Muchas mujeres llegan a la madurez con la sensación de que han perdido el amor inicial y se sienten solas y fracasadas. ¿Hay remedio?
Últimamente percibo una tendencia en muchas mujeres: al hablar de sus maridos recuerdan una época pasada donde se divertían, sonreían, se sentían amadas. Ahora, al enfrentarse a su realidad del día a día, se ven inmersas en una vida que no les llena, se encuentran frustradas, muy solas.
-¿Cómo hemos podido llegar a esta situación?, les pregunto.
Realmente no lo saben.
Entonces, muchas me dicen que es porque antes siempre daban su brazo a torcer o no ponían peros a lo que el marido les decía. O simplemente por no discutir, aceptaban lo que les decían.
La realidad es que esta situación prolongada en el tiempo les genera frustración, gran incomunicación y mucha distancia.
Algunas incluso me dicen que no saben si están enamoradas de su marido o simplemente se enamoraron del amor y ahora sólo le quieren o le tienen cariño o quieren estar con él por rutina.
Al encontrarnos con una situación así, lo primero que hacemos es preguntar qué necesita la persona que acude a pedir ayuda.
Muchas veces ni siquiera lo saben, se atreven a decir que solo saben que la situación se hace insoportable y no es el tipo de familia ni de relación con la que habían soñado.
La familia, lo primero
Lo que sí tengo claro es que lo que está en el corazón de estas mujeres -aunque frustradas- es su familia. Por lo que ellas luchan, por lo que sueñan, por lo que les ilusiona y por lo que sufren, es por su familia.
Y cuando acuden a pedir ayuda es porque algo en su estructura se ha partido, quizás por no cuidarlo, quizás por entender de manera equivocada lo que es el amor, quizás por no saber decir que no o por no hablar las cosas.
A veces llegan a esta situación por no darse ellas mismas valor como mujeres, como esposas o como madres y van adoptando un segundo plano del que luego es difícil salir.
Si clave de una relación es el Amor, el saber darlo y el saber recibirlo es el fundamento que nos mueve a las personas, que hemos sido creadas por amor y para amar, precisamente porque hemos sido creados a imagen y semejanza de un Dios que es familia.
Para no ser mujeres frustradas
Por eso, no se trata de tirar la toalla después de los años cuando nos vemos inmersos en una realidad que no es la que imaginábamos. Más bien es cuestión de adaptarse a la realidad que en cada momento nos presente la vida, de hablar y poner encima de la mesa eso que nos preocupa, nos duele o nos inquieta.
A veces, habrá que reajustar percepciones de una misma realidad, hablarlas e incluso discutirlas.
Otras habrá que quitar de raíz algunas cosas que están minando la convivencia.
Y otras, la mayoría, habrá que hablar sobre en qué punto estamos y hacia dónde queremos ir.
No se trata de tener más o menos razón, sino de saber o mejor dicho de descubrir, qué nos ha llevado a esa situación, para, a partir de ahí, ir quitando esos nudos que nos impiden mirar bien hacia la persona que nos acompaña, de preguntarnos qué necesitamos y qué necesita el otro, de sabernos mirar y saber mirar más allá de lo que a simple vista vemos.
Un problema de percepción puede generar mucha confusión y esa confusión llevar al conflicto.
El arte de hablar las cosas
El arte de hablar las cosas y de saber escuchar es la mejor herramienta para cultivar relaciones plenas, familias sanas que sean ejemplo de vida, fuertes en valores y firmes en el compromiso que un día adquirieron….
Para conseguirlo empecemos desde ahora, buscando ratos para charlar, para decir lo que necesitemos decir, respetando los tiempos y la forma de ser del otro. Pero sabiendo que tanto una cosa (hablar) como la otra (escuchar) es el pilar de una relación de pareja feliz.
¿El problema son los años de casada?
No pasa nada si llevamos 1, 10, 20 ó 50 años casados. Si sabemos decir las cosas con cariño, utilizando las herramientas adecuadas para generar una comunicación eficaz en pareja y que la otra persona nos entienda, el éxito está asegurado.
De mujeres frustradas a mujeres felices
El papa Francisco en sus 10 consejos para tener un matrimonio feliz recomienda:
“El matrimonio es un camino juntos de un hombre y una mujer, en el que el hombre tiene la misión de ayudar a la mujer a ser mejor mujer, y la mujer tiene la misión de ayudar a su marido a ser más hombre.»
Esta es la misión que tienen entre ustedes. Es la reciprocidad de la diferencia“.
Así pues, no se trata por tanto de arrugarse y no hablar, ni tampoco de pretender imponer dentro de la relación matrimonial, se trata de aprender a caminar juntos en una travesía no exenta de dificultades. La VIDA.
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