La unidad es superior al conflicto: Entrevista a Rodrigo Guerra López, nuevo miembro de la Academia Pontificia para las Ciencias Sociales
En estos últimos años de incertidumbre y confusión, la opinión pública está sufriendo un proceso de polarización y radicalización. Las comunidades católicas no son ajenas a este proceso: la ideología y el populismo hacen mella en ellas, igual que en otros ambientes.
En este clima se hace evidente que la última encíclica de Papa Francisco, Fratelli Tutti, resuena como una voz profética. Los católicos están llamados a ser testigos de unidad y fraternidad en un mundo cada vez más enfrentado. La polarización generada en el ámbito político, que ha contagiado a muchos católicos, es un fenómeno preocupante. Se ha puesto de manifiesto en procesos electorales como el estadounidense, y otros en el continente americano.
Sobre este tema, Aleteia entrevistó a Rodrigo Guerra López, académico mexicano fundador de CISAV. Guerra fue recientemente nombrado por el papa Francisco como miembro ordinario de la Academia Pontificia para las Ciencias Sociales.
– El papa Francisco nos ha recordado recientemente que el “testamento espiritual” de Jesucristo, luego de la Última Cena, consiste en su deseo de que todos seamos uno. ¿Por qué la unidad es tan relevante para la vida de los cristianos y de la Iglesia en general?
Porque la unidad es un factor esencial para la credibilidad del Evangelio. En las ciencias, los argumentos y evidencias proveen de la certidumbre elemental para el asentimiento. Y en la fe cristiana, las evidencias también son necesarias, pero no brotan de argumentación o silogismo alguno.
En su dimensión más esencial, la hipótesis cristiana consiste en que la carne de Jesucristo está prolongada en la historia a través de la Iglesia, a través de nuestra compañía, es decir, de nuestra unidad fraterna. Es esta unidad la que constituye el Sacramento universal de salvación.
Unidad en la diversidad
– Unidad no es uniformidad. El Papa también habla de conflictividad como algo necesario también dentro de la Iglesia. ¿Cómo armonizar esta idea con la de “unidad”?
San Juan Pablo II ya había reconocido que el conflicto es un aspecto constante de la historia de las personas y de los pueblos. El papa Francisco recoge esta intuición y la amplía.
Si bien es cierto que el conflicto es constante, esto no significa que deba de ser la clave de interpretación de la realidad. Carl Schmitt y sus discípulos –conscientes e inconscientes – así lo querían; por eso su interpretación de la historia resulta tan problemática. Los grupos y las personas extremistas tienden a interpretar todo en clave de conflicto y conspiración, como en automático.
– En ocasiones la lógica del conflicto para algunas personas se convierte en una especie de “segunda naturaleza”…
…les da energías, les da motivación, justifica sus luchas y sus excesos.
– Sin embargo, el final de este experimento es muy triste, ¿no es así?
Claro: esto propicia un gran vacío en el corazón y un escenario personal y social partido por la mitad. La división, la fractura social y las violencias nacen de quien se deja conquistar por esta mentalidad de antagonismo, de batalla, de “cruzada”.
El papa Francisco, sin negar que existan estos fenómenos, con gran valentía proclama que “la unidad es superior al conflicto”; lo que significa, en el fondo, que existe otro camino para interpretar y para resolver las diferencias: el amor fraterno, el diálogo sincero, el perdón de corazón.
El amor es fácilmente trivializado, pero es el único que construye un futuro esperanzador para las personas y para las sociedades.
Ceguera ideológica
– El escenario estadounidense actual – después de la toma de posesión de Biden – parece ser un caso de división social dramática. Me pregunto y te pregunto: ¿cuál es la misión de los cristianos en contextos como el que se presenta en Estados Unidos ahora?
Las ideologías de derecha y de izquierda prometen libertad pero en realidad aprisionan a sus seguidores. La situación psicológica y política de muchos católicos ante la elección en Estados Unidos es un buen ejemplo de ello.
Identificando los contenidos de la fe con una propuesta política concreta, algunos se han sumergido en una prisión ideológica de clara estirpe maniquea, es decir, pagana: blanco o negro. Trump contra Biden. Derecha contra izquierda. Pro-vida o pro-muerte.
– Para muchos, Trump era un defensor de la cultura de la vida. Para otros, Biden es un defensor de las libertades fundamentales. ¿Qué podemos sacar en claro y qué camino se debería seguir para “despresurizar”, si se me permite el término, la división y el encono que arrincona a muchas democracias mucho más débiles institucionalmente como, por ejemplo, la de Argentina o la de México?
Yo creo que, en Estados Unidos, la conciencia cristiana intoxicada de ideología no logró advertir que ambas alternativas políticas son gravemente deficientes.
Fue interesante observar en la pre-campaña y en la campaña, por ejemplo, cómo si alguien documentaba la postura de Trump a favor de la pena de muerte y del aborto en tres causales – violación, incesto y protección de la vida de la madre – sus defensores católicos seguían afirmando que Trump era “pro-vida”.
Para los oponentes, Biden se presentaba como restaurador de la democracia. Y cuando se les explicaba que los fundamentos prepolíticos de la democracia implican – entre otras cosas – el respeto de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, aún así sus seguidores no veían en él defecto alguno.
Este tipo de ceguera y falta de discernimiento crítico es lo propio de las mentes sumergidas en la ideología.
Eclipse de la verdadera fe
– ¿La conciencia cristiana puede salir de esta prisión, reforzada además por el bipartidismo estadounidense?
¡Por supuesto! El Evangelio es libertad. Jesús es el único que puede reclamar la totalidad de nuestro corazón. Ninguna propuesta partidista es redentora de la condición humana. Eso sólo le corresponde a Jesucristo. La dimensión social del Evangelio está expresada en la Doctrina Social de la Iglesia.
San Juan Pablo II, en diálogo con Augusto del Noce y Rocco Buttiglione, lograron advertir que la Doctrina Social de la Iglesia es una teoría crítica de la sociedad que permite justamente descubrir las bondades y los límites de las posiciones políticas, incluso de la preferencia que cada uno tenga.
– ¿Cómo discernir qué opción partidista es válida?
Las opciones partidistas son válidas mientras no se absoluticen; mientras se evalúen críticamente con rigor. Lo que ha sucedido en los ambientes católicos radicalizados de Estados Unidos y de algunos países de América Latina, es el eclipse de Cristo por la ideología. Es preferir el compromiso partisano a la adhesión fuerte a Cristo en la Iglesia y con el Papa.
– Bajando a la región y a las vicisitudes propias de Latinoamérica y el Caribe, ¿cómo visualizas tú, que has asesorado por largo tiempo al Consejo Episcopal Latinoamericano, esta “apuesta” por la ideología antes que por Cristo?
A través de internet, personas y grupos disidentes de la Iglesia y que han roto en su corazón con la debida fidelidad al Santo Padre, han emergido en casi toda Latinoamérica. Y también lo han hecho en España. Son pequeños, pero han logrado alto impacto en gente buena, por ejemplo, en agentes de pastoral y grupos pro-vida.
Aún personas y grupos que antes eran cuidadosos de no hacer alianzas con sedevacantistas, semilefebvristas, antisemitas y similares, hoy son increíblemente permeables; y no se les ocurre deslindarse fuertemente de las patologías y errores de estas personas y grupos.
Comunión con el Papa
– Esta desorientación no es sólo política sino principalmente espiritual…
… por eso es importante que los obispos en comunión con el Papa y los académicos católicos con formación auténticamente científica, ofrezcan criterios de discernimiento claros: la verdad no está ni en teorías de la conspiración clásicas o postmodernas… ni en una sutil o no tan sutil falta de comunión con el sucesor de Pedro.
– El papa Francisco recientemente le ha nombrado miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales. Estas preocupaciones, ¿también estarán presentes en los trabajos de este selecto grupo de científicos al servicio de la Iglesia?
La Academia Pontificia de las Ciencias Sociales es un grupo académico plural de alto nivel y muy consciente de su responsabilidad. Dentro de algunas semanas expondré frente a ellos la importancia de Fratelli tutti para la interpretación y corrección del neopopulismo de izquierdas y derechas. Supongo que el que se me haya solicitado este tema exhibe interés en estas cuestiones.
– ¿Qué referencias o cuáles referentes sería bueno que los católicos tomáramos en cuenta al momento de renovar nuestro pensamiento para responder mejor a la realidad y mantener la fidelidad al papa Francisco?
Para entender a San Juan Pablo II a profundidad es necesario estudiar con seriedad la historia del pueblo polaco: familiarizarse con el modo cómo la fenomenología realista y el personalismo lograron ir más allá del tomismo clásico; y conocer bien el pensamiento de figuras cómo Tomás de Aquino, Max Scheler, Tadeusz Styczen y Rocco Buttiglione.
De un modo análogo, la comprensión del Papa Francisco requiere valorar su providencial camino espiritual, pastoral e intelectual. Massimo Borghesi ha explicado magistralmente estas cuestiones en su libro Jorge Mario Bergoglio: una biografía intelectual.
Comprender al Papa
Yo sólo diría que en lugar de difundir simplificaciones sobre el “marxismo cultural”, a algunos hoy les sería de mucha ayuda estudiar con humildad las obras de Alberto Methol Ferré, de Lucio Gera, de Rafael Tello y de Juan Carlos Scannone.
Para comprender las tensiones y dialécticas al interior de la propia realidad, en vez de mirar a pseudo-gurús de YouTube es muy recomendable ir a fondo en el pensamiento de Gaston Fessard y Romano Guardini.
En otras palabras, quienes formaron al Santo Padre, nos ayudan a mirar de manera post-ideológica un mundo cada vez más complejo.
– ¿Qué podemos hacer en el terreno de la espiritualidad y que disponga el alma de los católicos para mirar con fe el ministerio del Papa y el misterio de la Iglesia?
La verdad, no soy especialista en cuestiones de vida espiritual. Lo que en mi experiencia personal me ha ayudado, aún en momentos difíciles, es meditar las homilías del Papa como dichas “para mí”. Cuando uno no se las aplica en primera persona, como un correctivo, como una educación, no hacen provecho.
Así mismo, estoy muy agradecido de haber descubierto hace muchos años las obras de Slawomir Biela, de Luigi Giussani, de Adrienne von Speyr, de San Óscar Romero. Ellos son “autores” bastante contemporáneos que nos muestran que la espiritualidad sólida no ha dejado de existir.
Por supuesto, la Palabra de Dios, el “Nican Mopohua” y los grandes maestros de la vida espiritual, como San Ignacio o San Bernardo, son imprescindibles.
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