Hay un gran espacio entre la eutanasia y la obstinación terapéutica que permite morir con dignidad respetando a la persona y a Dios. 4 claves para orientarse en la fase final de la vida
Los políticos están debatiendo en varios países sobre la eutanasia. Plantean leyes que modificarán los derechos de los enfermos terminales.
Las personas que están ya en los momentos finales de su vida pueden necesitar muchos tratamientos médicos; en ocasiones podrían resultar desproporcionados.
¿Cómo garantizar que todos podamos morir con dignidad y al mismo tiempo recibamos el máximo respeto que merecemos como personas?
Los obispos de España ofrecieron respuestas en el documento Sembradores de esperanza. Acoger, proteger y acompañar en la etapa final de estavida, presentado en diciembre de 2019:
«Morir con dignidad es morir sin dolor u otros síntomas mal controlados; a su tiempo natural, sin que se acorte o se prolongue de forma innecesaria la vida; rodeado del cariño de la familia y los amigos; con la posibilidad de haber sido informado adecuadamente, eligiendo, si se puede, el lugar (hospital o domicilio) y participando en todas las decisiones importantes que le afecten; morir con la ayuda espiritual que precise.
El derecho a ese «morir con dignidad» incluye los derechos a:
– no sufrir inútilmente;
– que se respete la libertad de conciencia;
– conocer la verdad de su situación;
– participar en las decisiones acerca de las intervenciones a que se le haya de someter;
– mantener un diálogo confiado con los médicos, familiares, amigos y personas de los ambientes donde ha desarrollado su vida;
– que sea respetada su privacidad y la presencia y trato con sus familiares;
– dejar resueltos los asuntos que considera fundamentales para su vida;
– recibir asistencia espiritual».
En el documento, se ofrecen 4 claves para orientarse en la fase final de la vida:
1La vida humana es sagrada. Y con más razón cuando hay enfermedad o la muerte está cerca
«En su naturaleza última, el dolor y la muerte encierran el misterio del ser humano, como también el misterio de la libertad y del amor, que son realidades vivas e íntimas, aunque intangibles, y que no encuentran explicación suficiente en la física o la química.
El dolor y la muerte no son criterios adecuados para medir la dignidad humana, pues esta es propia de todo ser humano sencillamente por el hecho de serlo«.
«La vida humana no solo es un bien personal, sino también un bien social, un bien para los demás, de tal forma que atentar contra la vida afecta también a la justicia debida a los demás«.
2El sufrimiento tiene sentido: hay que buscarlo
«Limitaciones y problemas de todo tipo se dan siempre en la vida. Lo que varía es el modo en que las personas los asumen.
Esa diversidad tiene que ver con el planteamiento acerca del para qué de la vida, el sentido que se le atribuye, muchas veces de modo no plenamente consciente.
El sufrimiento suele tener más relación con el sentido de la vida que con la intensidad de los problemas de salud (dolor, discapacidad, síntomas molestos, etc.).
En el contexto de vivir únicamente para disfrutar, las limitaciones son vistas como lo más negativo e indeseable, contrario a la dignidad humana.
Sin embargo, en visiones más reflexivas sobre la propia vida, es muy distinto. Esta otra visión viene marcada por la pregunta sobre «para qué estoy yo aquí», o mejor, «para quién estoy yo aquí». (···)
Eres para Dios, sin duda. Pero Él quiso que seas también para los demás, y puso en ti muchas cualidades, inclinaciones, dones y carismas que no son para ti, sino para otros.
Si se acepta este sentido de una vida para los demás, se afrontan con esperanza las molestias y sufrimientos que pueda comportar la propia existencia«.
3Es necesario acompañar y reconfortar al enfermo y llenar de esperanza el momento de la muerte
«Quien sufre y se encuentra ante el final de esta vida necesita ser acompañado, protegido y ayudado a responder a las cuestiones fundamentales de la existencia, abordar con esperanza su situación, recibir los cuidados con competencia técnica y calidad humana, ser acompañado por su familia y seres queridos y recibir consuelo espiritual y la ayuda de Dios, fuente de amor y misericordia».
«Frente al dolor físico, el profesional de la sanidad ofrece la analgesia; frente a la angustia, ha de ofrecer consuelo y esperanza, frente a la soledad ha de procurar que no falte el acompañamiento de los seres queridos y la atención esmerada de los profesionales de la salud.
La ética médica impone, pues, los deberes positivos de aliviar el sufrimiento físico y moral del moribundo, de mantener en lo posible la calidad de la vida que declina, de ser guardián del respeto a la dignidad de todo ser humano«.
4Dios se ha hecho hombre -Jesús- para que tengamos vida en abundancia
«Todo ser humano es digno de nuestro respeto y atención, pues, creados a imagen y semejanza de Dios, hemos sido redimidos por la muerte y resurrección del Señor Jesús.
Él da sentido pleno a la vida y a la muerte, y abre el camino del amor, la esperanza y la misericordia«.
«El hombre está llamado a una plenitud de vida que va más allá de las dimensiones de su existencia terrena, ya que consiste en la participación de la vida misma de Dios.
Lo sublime de esta vocación sobrenatural manifiesta la grandeza y el valor de la vida humana incluso en su fase temporal.
En efecto, la vida en el tiempo es condición básica, momento inicial y parte integrante de todo el proceso unitario de la vida humana.
Un proceso que, inesperada e inmerecidamente, es iluminado por la promesa y renovado por el don de la vida divina, que alcanzará su plena realización en la eternidad«.
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