En el boletín 1248 del 26 de mayo, Notivida afirmó que “los efectos de las políticas antinatalistas llevadas a cabo en los últimos años y profundizadas por el actual gobierno (de Alberto Fernández), presagian que Argentina no va a escapar al ‘invierno demográfico’” que domina “en buena parte del mundo”.
La alerta surge luego de las estadísticas entregadas por el gobierno del presidente de Argentina, Alberto Fernández, que indican que el número de nacimientos sigue en un marcado descenso.
El número de nacimientos descendió de 777.012 en 2014 a 625.441 en 2019, la menor cifra de nacidos vivos desde 1980.
En 2014, el promedio de hijos por mujer era de 2,32. En 2019 descendió a 1,81.
De igual forma, la tasa de natalidad, que habla del número de nacimientos por cada 1.000 habitantes, cayó de 18,2 en 2014 a 13,9 en 2019.
“La fecundidad descendió bruscamente” al punto que Argentina “cae por debajo del nivel de reemplazo poblacional” un 2,1, señaló Notivida.
En 2014, durante el gobierno de Cristina Fernández, el ministerio de Salud comenzó la distribución del implante subdérmico, anticonceptivo de larga duración orientado a mujeres menores de 25 años.
El mismo ministerio, “con el ‘apoyo técnico’ de la filial local de la IPPF”, redactó en 2015 el protocolo de aborto, precisó Notivida.
Luego, en 2017, durante el gobierno de Mauricio Macri, se implementó el Plan ENIA (Embarazo No Intencional en la Adolescencia) a través de consejerías en salud sexual, anticoncepción y aborto.
Un año más tarde se comenzó a discutir en el Congreso de la Nación el proyecto para legalizar el aborto, que fue aprobado el 30 de diciembre de 2020; a la par se aprobó el uso del misoprostol como fármaco abortivo.
De igual forma, la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA) explicaba en enero de 2019 que un 20% de la población tendrá más de 64 años para el 2050.
“El futuro, lamentablemente, encontrará a una población argentina envejecida, sin reservas, con una deuda externa creciente, con políticas que propician el control de la natalidad y reducción de la población económicamente activa”.
“¿Quién va a sostener a una población envejecida que gasta más en salud, recibe pensiones o jubilaciones y cambia sus hábitos de consumo?”, cuestionó.
“Las políticas demográficas y económicas deben reducir el índice de dependencia, promover el aumento del número de trabajadores y su productividad, estimular la natalidad y generar cambios en la forma de organización del proceso productivo (tecnología, educación)”.
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