La planificación de una boda es una buena práctica para el resto de nuestras vidas juntos. También para discernir antes de dar el paso
Las diferencias son inevitables a la hora de llevar adelante la planificación de una boda y es una excelente oportunidad para aprender a lidiar con esos desacuerdos que nos preparan no solo para un día en especial, sino para el matrimonio que es toda la vida.
Tal vez en algunos años las decisiones se hagan sobre cosas como a qué escuela llevar a los hijos, enviar las invitaciones de cumpleaños u organizar una mudanza. La vida dentro del matrimonio estará siempre llena de desafíos y decisiones en torno a otros grandes eventos que también incluirán a familiares y amigos.
En este sentido, la planificación de una boda es una etapa más de aprendizaje mientras se van tomando decisiones sobre aspectos tanto materiales como espirituales: el lugar de la ceremonia, las flores que se utilizarán y las clases prematrimoniales que habrá que atender, entre otros, y el estrés estará presente en mayor o menor medida sea que haya treinta o trescientos invitados.
Aun cuando los novios piensan en mantenerlo simple, siempre habrá gastos que afrontar, tiempo que destinar a ciertas actividades y mensajes que responder en medio de las responsabilidades habituales que continúan sin detenerse.
Además, aun cuando los novios están totalmente enfocados en el sacramento, al final habrá que tener preparado un menú para la comida y saber si alguno de los comensales tiene una restricción en su dieta.
Navegar los momentos difíciles
Por otra parte, entran en juego diferentes aspectos como las expectativas familiares, las opiniones o diferentes modos de hacer las cosas, sumado al hecho de que estamos en un escenario cambiante a causa de la pandemia y eso hace muy difícil planificar o mantener esos planes fijos.
Abordar las dificultades de la planificación de la boda como un paso más de preparación para el matrimonio puede mejorar la comunicación de la pareja, hacer crecer la paciencia y aprender a “morir a uno mismo” haciendo que el proceso valga la pena. Puede ser estresante en algún punto, pero se puede tratar y al final será fructífero para los dos.
Contar con algunas estrategias útiles puede ayudarnos a sobrepasar esos momentos de estrés para fortalecer la unión de la pareja, mantener relaciones saludables y disfrutar de esa etapa para descubrir todo lo bueno que hay en ella. Si queremos un matrimonio exitoso, hay que aprender a navegar por los momentos difíciles.
Considera cómo es el panorama general
El panorama más amplio afecta cada decisión y tenerlo en cuenta puede ser muy útil a la hora de resolver diferencias que vayan surgiendo en el camino. Algunas decisiones deberán tomarse a medida que se discutan los deseos de cada uno y es bueno recordar el punto de partida común que se ha proyectado en un principio.
Para que los temas no sean tratados simplemente a medida que vayan apareciendo generando tensión o malestar, es bueno partir desde lo más amplio utilizando una hoja de planificación que incluya todos los aspectos de la boda. No sabremos los detalles, pero estos se irán decidiendo con mayor fluidez si tenemos visualizada la foto más grande de la boda.
Por ejemplo, la lista de invitados debe crearse temprano porque dará forma a las decisiones sobre las instalaciones y los costos, entre otras cosas. Si uno de ustedes quiere una boda en la playa tropical y el otro en su ciudad natal, pueden discutir estas opciones a la luz de otros temas, como el hecho de que ambos quieren que sus abuelos vengan a su boda.
Pregúntate a quién le importa más el tema
Evidentemente a ambos les interesa la boda, pero eso no significa que la hemos imaginado de la misma manera. Puede que uno le esté dando más importancia al modo de vivir la preparación o haya aspectos que le parezcan más relevantes que otros y no siempre se coincidirá en todo.
Mucho de lo que nos llega de las bodas es por los medios, pero vale la pena escuchar el corazón de la persona amada. Tener claro y comunicar lo que cada uno siente de modo especial o ve con gran valor de la boda ayudará a evitar enfrentamientos. Puede ser que uno prefiera una boda pequeña e íntima, pero el otro aprecia la tradición familiar de una gran boda. Intenten estar abiertos a escuchar y a no quedarse en un rotundo “no”.
Comunicar lo que se piensa es saludable, pero también lo es el estar dispuesto a abrazar algo que es significativo para el otro y encontrar el modo de evaluar cómo llevarlo a la práctica buscando una armonía entre las partes. Ajustar preferencias o hacer pequeñas renuncias si el otro tiene sentimientos fuertes sobre un aspecto puntual, es un acto de amor.
Recuerden que no se trata solo de ustedes
Se dice que ese día se trata de los novios…¡si fuera así sería muy simple! La realidad no es tan así. Los novios toman protagonismo, pero puntualmente ese día se trata de Dios y las personas que han sido instrumentos de esa gracia que se recibe. Los padres que criaron a sus hijos, familiares que dieron apoyo durante el noviazgo, amigos que les animaron o les han inspirado, que han rezado o hecho posible que estén dando ese gran paso en sus vidas.
La boda es un acto de agradecimiento que aunque se viva de diferente manera, es habitual que se acompañe de alguna comida, música y se pase un buen rato con seres queridos. Por eso, teniendo en cuenta que una boda involucra a más personas, es bueno recordar que no se trata simplemente de dos individuos que no se ponen de acuerdo o tienen diferencias.
Es un día que involucra a dos familias distintas, a amigos y colegas del trabajo con diferentes caminos de fe y costumbres, sumado al hecho que durante la pandemia es posible que algunos no puedan estar físicamente presentes o tengan dificultades y queremos que todos se sientan contentos y bien recibidos.
Pregúntense cómo el entorno y las personas que son parte importante de su boda están interactuando, aportando ideas, participando o siendo excluidas por las circunstancias. Puede ser una gran bendición y ayuda durante la preparación que algunos se involucren activamente, pero también motivo de choques sobre todo cuando hay opiniones diferentes. Busquen como pareja soluciones para cuidar y mantener una sana relación entre ustedes pero también con los demás.
Evalúa periódicamente las competencias de cada uno
Si uno de los dos no ha cumplido con una tarea de la que era responsable o se siente mejor preparado para una tarea en particular y no otra, es bueno poder comunicarlo; sea cuando no pueda seguir adelante con una tarea o bien ofrecerse cortésmente para hacerse cargo y ayudar al que está teniendo problemas sin criticarlo o lastimarlo.
Por ejemplo, uno podría decir «Me interesa la fotografía y tengo un horario de trabajo flexible la próxima semana, ¿te parece bien si busco un fotógrafo?”. La clave es mantener una buena comunicación y acordar juntos cuando haya un cambio de responsabilidad, en lugar de decir: «¡Ya que tú no lo harás, lo haré yo!».
Muchas de las situaciones de estrés se dan cuando uno espera que el otro haga algo y no se hace o siente presión de parte del otro. Esto se puede evitar si se habla y en vez de asumir se pregunta, se pide o se ofrece ayuda. Normalmente como las comunicaciones se dan con otras personas como invitados o vendedores de algún servicio, es bueno siempre incluir al otro poniéndolo en copia por correo o enviándole una notificación.
Esto evitará malentendidos, los mantendrán informados y sabrán que aunque cada uno tenga una responsabilidad destinada, la boda la están organizando juntos. Además, cuando veamos que nuestro futuro esposo o esposa está teniendo problemas, podremos saber más en detalle la causa, ayudar mejor o bien tomar la iniciativa sabiendo exactamente lo que se necesita.
Aprende junto al otro en lugar de asumir que «se entiende»
Muchas de las diferencias se dan cuando se asume que el otro piensa, conoce o ve la boda como la entiende uno mismo. Es necesario que ambos puedan ayudarse a educarse sobre sus familias y sus tradiciones. Busquen momentos para compartir más sobre esas dinámicas, sus historias y familias de origen.
El novio de una familia católica deberá explicarle a su novia portestante lo que implica una boda tradicional, en lugar de que todo sea una sorpresa. No podemos simplemente asumir que el otro lo sabe. Lo mismo si la novia viene de un país donde se acostumbra a tener damas de honor y el novio no. Tendrá que tomarse el tiempo de explicar más en detalle lo que significa y ofrecerse a responder preguntas aunque sea algo obvio para ella.
Esto es bueno hacerlo como un acto de amor y pronto se darán cuenta que no solamente estarán aprendiendo más el uno del otro, sino que podrán enriquecer su boda aportando las diferencias y particularidades de cada uno para vivir cada aspecto de ella con una mayor conciencia y llenarla de profundo sentido.
Ten cuidado con las expectativas demasiado altas
El mundo de las bodas se ha convertido en una gran industria en la que no hay punto final. Vale la pena recordar que gran parte del estrés puede llegar a través de factores exteriores que nos presionan a hacer cosas de cierto modo, pero en realidad no son tan importantes.
La realidad es que no todos podemos permitirnos incluir todo lo que nos ofrecen y tampoco es inteligente endeudarse sobre todo sabiendo que estamos comenzando una nueva etapa y tenemos un proyecto de vida juntos por delante como familia.
Los racimos de almendras envueltos en tul, las flores que planeamos arreglar el dia anterior y los dulces que acompañan la torta pueden ser todas buenas ideas, pero si no hay ni tiempo ni dinero suficiente para afrontarlos debemos reconocer cuando nuestras expectativas han llegado demasiado alto más allá de nuestros esfuerzos.
No vale la pena estresarse por ellos y es mejor saber priorizar. Nada de lo que hacemos tiene sentido si al final nos genera preocupaciones y nos aleja de disfrutar del tiempo con amigos y familiares incluso días u horas antes de la boda, evitarnos un buen descanso y no poder conectarnos para preparar mejor el corazón antes de dar nuestro “Si, quiero”.
Considera si hay problemas más profundos que subyacen al conflicto
Si están haciendo todo lo posible para lidiar con sus diferencias y, sin embargo, el asunto permanece polarizado, vayan un poco más profundo y más allá del color de los manteles o la organización de las mesas, ya que puede haber algo más que esté ocasionado el malestar.
Por ejemplo, a veces el problema no se trata del tamaño de la boda, sino de un sentimiento de envidia o competencia porque uno de los dos tiene una familia o un círculo de amigos más grande. A veces, el problema no es entre los novios, sino entre uno de ellos y los miembros de su familia. Es bueno tener en cuenta que puede haber alguna causa profunda.
Estas cosas pueden verse como algo negativo, pero es allí donde hallarán gran fortaleza como pareja y seguramente su relación mejorará. Podrán sincerarse y ver claramente qué cosas son las que deben de trabajar cada uno personalmente y ayudar al otro en favor de su relación. Cuando uno va a casarse, está en una etapa donde está enamorado. Ver estas cosas pronto y con una mirada amorosa, puede ayudarnos a trabajarlas juntos.
Publicar un comentario