San Ireneo identificó este número a partir de dos visiones bíblicas. En el profeta Ezequiel, la gloria de Dios aparece en medio de seres vivos con cuatro rostros.
Para san Ireneo, los cuatro seres juntos manifiestan plenamente la gloria de Dios. Del mismo modo los cuatro evangelios juntos muestran completamente a Jesús.
Tanto el profeta Ezequiel como el Apocalipsis describen el aspecto de los seres vivos como el del hombre, león, toro y águila.
Los símbolos
Primero san Ireneo luego san Jerónimo (siglo IV) asociaron cada símbolo a un evangelista.
Todavía hoy en Occidente se usan las asociaciones de san Jerónimo-
Mateo el publicano, era del grupo de los apóstoles. Escribe el Evangelio en arameo, para los cristianos convertidos del judaísmo. Su símbolo es el Hombre y su Evangelio se abre con la genealogía de Jesús, presentado como verdadero hombre.
Marcos puso por escrito la predicación de san Pedro. La asociación al león símbolo del poder divino es quizá la más famosa, también gracias al vínculo con la ciudad de Venecia.
Según una antigua tradición un ángel con apariencia de león se apareció a Marcos, que había naufragado en la laguna veneciana, y le anunció que ahí su cuerpo encontraría reposo y veneración.
Lucas era un médico de Antioquía discípulo de san Pablo. Escribió en griego la predicación del apóstol de los gentiles.
El Evangelio de Lucas se abre con una escena de adoración sacrificial en el templo de Jerusalén.
¿Qué mejor símbolo para él sino el toro, el animal de los sacrificios en la devoción judía?
Finalmente Juan, «el discípulo que Jesús amaba». Es el autor del cuarto Evangelio el más místico y «teológico» que se sumerge en las alturas del Espíritu como un águila en vuelo.


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