Sin embargo, sus cien años de edad no son impedimento para que el hoy diácono Girard siga ayudando en la celebración de ocho Misas semanales –una por día y dos los domingos– en la iglesia de San Sebastián, en Dearborn Heights, Michigan; leyendo el Evangelio, las intenciones y apoyando en la distribución de la Comunión. "No solo tiene 100 años, sino que está lleno de vida y es muy activo", afirma su párroco, el P. Walter Ptak.
Asimismo, además de ayudar en la Misa, el diácono Girard asiste a casi todos los eventos parroquiales. "Siempre está en movimiento; Un verdadero testigo, especialmente para las personas mayores ", dijo el P. Ptak. "Tiene un espíritu tan positivo y sigue adelante, proclamando el Evangelio y viviéndolo".
Foto: Luke Armstrong
Estas características del anciano diácono son destacadas por los fieles, como Ken Krach, que ayuda en la sacristía después de la Eucaristía. “Es muy rápido, siempre uno de los primeros aquí, y siempre tiene palabras de sabiduría. Es un hombre muy inspirador, devoto y amable, y su memoria es muy buena".
Sus inicios
Cuando aún vivía en Canadá, Lawrence se graduó de maestro y se unió en 1932 a la congregación religiosa de Christian Brothers, enseñando en sus escuelas de Toronto y Montreal. Sin embargo, descubrió que su vocación era el matrimonio y dejó la hermandad. Luego viajó a Detroit (Estados Unidos) en 1947, “donde mis padres vivían entonces”.
Tras obtener un título en Trabajo Social, laboró durante 25 años en el condado de Wayne, donde conoció a su esposa Jean, maestra de una escuela pública. Se casaron en 1951 y vivieron durante 60 años, hasta que ella murió en 2012 a los 93 años. Tuvieron cinco hijos que hoy en día tienen entre 58 y 65 años y ahora el diácono Girard vive con su hija Clare.
Diaconado permanente
El diaconado permanente fue restablecido en Estados Unidos por el Papa San Pablo VI en 1968. Tres años después la Arquidiócesis de Detroit abrió un programa al que Girard ingresó en 1972, ordenándose de diácono el 25 de abril de 1976.
"Nunca pensé que me habían llamado para ser sacerdote, pero pensé que podría usar algunos de mis talentos para ayudar a la Iglesia", dijo Girard. Como parte de su labor solía visitar a los enfermos y llevarles la Comunión al hospital de Oakwood, e incluso hacer visitas a domicilio, que podían llegar a 20 por día.
Foto: Luke Armstrong
"Me contaban las historias sobre sus familias y sus problemas", recordó el diácono, que aprovechaba esta oportunidad para hablarles sobre Dios y rezar con ellos. “A veces tenía que aconsejarles que se confesaran. Entonces le pedía a un sacerdote que viniera, quien también podría darles los últimos ritos si la persona lo deseaba".
Sus secretos para una larga vida
¿Cuál es el secreto de diácono Girard para una vida saludable y feliz? El anciano aseguró que "mi querida esposa me ayudó a vivir mucho tiempo", además de que “tenemos buenos genes en la familia”. “Nuestros antepasados eran de Francia y habían escapado de la Revolución Francesa. Previeron la llegada de la revolución y llegaron a Canadá por la libertad de religión", recordó.
Además afirma que trata de comer sano y toma un poco de vino todos los días. Rara vez necesita ir al médico. "Sin embargo, creo que hubiera sido más saludable si nunca hubiera fumado", admitió. “Fumé durante unos 40 años. Intenté dejarlo dos veces, pero solo duró unas pocas semanas. Me rendí cuando me retiré a los 62”, compartió. Al final, decidió dejar de comprar cigarrillos.
¿Qué piensa del futuro?
El diácono dijo que no se preocupa por el futuro, pues está contento con lo que está haciendo. "Espero morir en buena relación con la Iglesia y la familia", dijo el anciano, quien aseguró que estar ante el altar durante la Misa le ayuda a orar. “Creo que ayudo al sacerdote leyendo y dando la Comunión", expresó.
En ese sentido, aseguró que su relación con el Señor se fortalece cuando lee las Escrituras y se confiesa. "Te acerca más a Dios", dijo.
Ahora con 100 años, ¿piensa en conocer a Dios pronto? "No paso tiempo preocupándome por la muerte". "No tengo miedo. No pienso mucho en cómo voy a morir, pero no creo que sea en un accidente automovilístico, ya que dejé de conducir hace dos años. El auto se averió, y es bueno tener niños que me lleven aquí y allá", afirmó.
Mientras se cambiaba de sus vestimentas luego de la Misa, Deacon Girard explicó que después de más de 40 años como diácono todavía espera poder servir en el altar.
"Mientras vaya a Misa, quiero servir". "Soy un poco más lento, pero me gusta ayudar al sacerdote en la Misa. Soy muy feliz cuando puedo ayudar", aseguró.
Traducido y adaptado por Eduardo Berdejo. Publicado originalmente en NCR.
Publicar un comentario