Benish fue secuestrada el 2 de julio por el musulmán Waheed Ahmed. Al día siguiente, el padre de Benish, Imran Masih, denunció la desaparición de su hija. Pasados algunos días, la policía le avisó que existía un certificado de conversión y matrimonio de la joven, que “compareció ante el magistrado del distrito de Lahore para registrar su declaración”.
En la audiencia, el abogado de la familia de Benish presentó su acta de nacimiento verdadera, con la fecha del 8 de octubre de 2005, demostrando ser menor de edad y subrayando que, por ser menor, ella no debería haberse casado “ni siquiera por voluntad propia”, conforme la ley pakistaní a ese respecto. Frente a los hechos, el abogado pidió que la declaración de la joven fuera registrada, pero el pedido no fue acatado por el juez.
Fenómeno creciente
Según el CLAAS, es común que niñas del país presenten falsas declaraciones bajo amenazas de muerte hechas por sus secuestradores y sus familias. El director de la entidad, Nasir Saeed, declaró a la agencia Asia News:
“En los últimos meses, decenas de niñas adolescentes fueron secuestradas y convertidas a la fuerza al Islam. El número sigue creciendo. Es normal que la familia de la niña reciba amenazas de muerte, entonces no hay otra opción a no ser decir al juez lo que el secuestrador le mandó hacer. Por otro lado, a la primera oportunidad, ellas intentan escapar”.
Además de jóvenes cristianas, también niñas hindúes sobres esos abusos. Durante la visita del primer ministro pakistaní Imran Khan a Estados Unidos, activistas cristianos e hindúes se unieron para protestar contra la ola de secuestros en su país natal. Nasir Saeed, además observa:
“El gobierno no les presta atención”.
La polémica legislación “anti blasfemia”
Como país oficialmente islámico, Pakistán mantiene vigente la llamada “legislación anti blasfemia”, que prevé rigurosos castigos a cualquier persona que insulte a Alá, el Islam, el Corán, a Mahoma y otras personalidades religiosas del islamismo. Las sentencias pueden incluir desde latigazos hasta la pena de muerte.
Organizaciones de defensa de los derechos humanos denuncian hace años que estas leyes suelen ser ampliamente manipuladas para atender a intereses personales, lo que incluye venganzas de todo tipo, incluso contra otros musulmanes. Es frecuente que la minoría cristiana en el país sea blanco de acusaciones de blasfemia, contra las cuales es casi imposible defenderse. Los abusos se facilitan porque hasta testigos sin pruebas son aceptados por los tribunales.
El caso de mayor repercusión mundial que involucra las leyes pakistaníes anti blasfemia fue el de Asia Bibi, madre cristiana acusada de insultar al profeta Mahoma en 2010. Pasó casi 10 años en el corredor de la muerte, esperando, presa, el juicio de una apelación. Asia Bibi solo fue liberada, este año, gracias a la implacable presión internacional de grupos cristianos. Incluso así, estuvo a punto de ser ejecutada.
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