
Hoy nos lee el doble de lectores que hace dos años y la mayoría de nuestros lectores tiene menos de 35 años.
Gracias a los donativos de nuestros lectores, Aleteia se ha convertido en un medio de comunicación de dimensión mundial (además de la edición en español, se publica en árabe, inglés, francés, portugués, polaco, esloveno, italiano) que busca responder a la inmensa sed espiritual de nuestros contemporáneos, con un elevado nivel de exigencia periodística.
Soy muy consciente de ello: sin la generosidad de miles de donantes el año pasado, Aleteia no habría tenido los medios para continuar su misión. De modo que, en nombre de todos los lectores (jóvenes en su mayoría) que, gracias a Aleteia, han podido (re)descubrir la dimensión trascendental de su existencia, les damos las gracias de todo corazón.
En 2020, Aleteia va a continuar extendiéndose por el mundo. Millones de nuevos lectores se nos unirán y comenzarán a disfrutar de los valores evangélicos: fraternidad, comunión, ágape, ternura, fervor, contemplación…, en resumen todas las cualidades y todas las exigencias del amor verdadero.
“Navega mar adentro”, ordena el Señor en el Evangelio de san Lucas. Esa es la vocación de Aleteia. Llegar a un mayor número de personas, avanzar más lejos, en alta mar, transmitir los valores cristianos… Por eso Aleteia es gratuito. ¿No es la gratuidad sinónimo de gracia?
Pero esta elección tiene una consecuencia: para remunerar a los periodistas de mi redacción y cubrir nuestros gastos técnicos, su apoyo nos resulta absolutamente indispensable. Sin sus donativos, Aleteia no podrá continuar. Por eso, me permito dirigirme a ustedes para solicitarles con humildad e insistencia fraternal su contribución económica.
Lo han entendido bien, Aleteia necesita más que nunca de sus lectores más fieles. Cuento con ustedes y les deseo una feliz y santa preparación para la Natividad del Señor.

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