Cansado de perder el tiempo parado en la autopista, un día decidió detenerse frente a una parada de autobús para ofrecer un asiento en su coche y un viaje al centro de Madrid. Gonzalo sabía que compartir coche tenía ventajas pero, desde el primer día, este gesto solidario (e “interesado”) se convirtió en algo mucho más importante que el simple ahorro de tiempo.
Gonzalo conoce mientras conduce al menos a una persona al día. Entabla conversaciones con desconocidos que le llenan. Descubre personas interesantes, admirables, apasionantes… Personas que le cuentan sus historias y que le transmiten grandes valores.
Gonzalo ha aprendido que hablar con desconocidos es un gran valor y una fuente de conocimiento que merece la pena aprovechar. Su experiencia nos anima a abrirnos a los demás, a conocer a las personas que tenemos cerca y a compartir nuestro tiempo con ellas para aprender y crecer juntos. Y concluye: la gente es buena.
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