Las vacaciones permiten a los cónyuges pasar más tiempo juntos. ¿Es suficiente para reencontrarse?
La vida diaria obliga a mucha agitación, se ve guiada por la preocupación de la eficacia: la pareja no puede escapar de este ritmo, que la asfixia, si no tiene cuidado.
Las vacaciones son un momento único para salir de la rutina y redescubrir la alegría de, simplemente, estar juntos.
Los momentos de reencuentro, normalmente, se pasan discutiendo, resolviendo problemas o en la alcoba. Se olvida disfrutar de la alegría de recibirse uno al otro como un verdadero regalo del Cielo, o la de jugar con los hijos.
También puede ser beneficioso dedicar tiempo a estar juntos en silencio para redescubrir la ternura del noviazgo, la felicidad por la presencia del otro.
Muchos, inmersos en el torbellino de la vida, se dicen que disfrutarán de la alegría de reencontrarse cuando se jubilen. Pero cuando llega la jubilación, si no han aprendido a comunicarse, no saben cómo hacerlo.
Este ejercicio es aún más necesario para aquellos que tienen responsabilidades profesionales.
A menudo, solo ven las vacaciones como una oportunidad para descansar para comenzar un nuevo año a pleno rendimiento.
Este tiempo de ocio puede ser un momento álgido del año y no un simple medio para prosperar el resto de la vida.
De acuerdo, pero no es muy fácil con los hijos, las idas y venidas durante el verano…
Muchos padres y madres acaban agotados en estos meses que a veces de vacaciones solo tienen el nombre.
Pero con mucha frecuencia, si uno quiere arreglárselas para algunos días, se puede dejar a los hijos con los abuelos o con algún amigo.
A aquellos que temen desatender a sus hijos les digo a menudo: “Atreveos a quedaros a solas los dos. Sois cónyuges antes de ser progenitores. Tenéis derecho a ser felices. Vuestros hijos lo saben y lo sienten. No solo necesitan el amor de cada uno de sus progenitores, sino también el amor de estos entre ellos. A cualquier edad, se nutren de ello”.
¿Hay que aprovechar estos reencuentros para poner de relieve las preocupaciones, incluso los rencores de todo el año?
Prefiero la terapia en frío a en caliente. Con la distensión de las vacaciones, se pueden decir cosas de peso. No para acusar, sino para explicar: expresar un sentimiento no es juzgar ni instar a cambiar.
En la vida sentimental, al contrario que en la vida espiritual o profesional, es bueno pararse en lo que uno siente, conseguir expresar con amor esos sentimientos.
Además, esto no impide comprender por qué el otro adopta tal o cual comportamiento. Luego, con el tiempo y una mejor comprensión mutua, podemos esperar que el otro evite hacernos daño.
Y las parejas que pasan por momentos tormentosos o turbulentos, ¿deben intentar explicarse una vez más?
No hay una solución milagrosa para salir de un momento difícil, cada pareja debe encontrar sus soluciones. La palabra solo es útil si se pretende que sea constructiva; si no, puede ser destructiva.
Los retiros, el recurso a un asesor matrimonial o a un terapeuta pueden ser beneficiosos.
Sea como fuere, la fe proporciona esperanza para atravesar los momentos de crisis. Pese a las tensiones, hay que creer en el amor de Dios y en la fuerza del sacramento de su matrimonio.
Volviendo al tema de las vacaciones_ aunque son un momento en el que tomamos distancia con respecto a los problemas del año, no se puede resolver todo distanciándose o recurriendo al humor.
No se elimina el misterio de la Cruz durante las vacaciones; necesariamente ocasionan momentos de renuncia.
¿Qué aconseja a aquellos que querrían rezar juntos durante las vacaciones?
Que no intenten hacerlo perfecto; si no, rezan una o dos veces y se desaniman. Hay que rezar de la forma más simple posible.
Con discreción en el camping o en el hotel, espontáneamente en la cima de una montaña o ante una puesta de sol. Es más fácil rezar en lugares que inspiren.
También es en esos momentos de calma cuando uno puede tomar conciencia de que no reza solo para sí mismo, sino también porque Dios nos espera. Se alegra de ver a una pareja dedicarle tiempo.
A aquellos que tienen la impresión de no avanzar en su oración, les aconsejo un pequeño ejercicio: localizar todo aquello que, en los textos de la Biblia, es fuente de alegría.
¿Qué palabras nos proporcionan esperanza? ¿Cuáles nos proporcionan paz? Es una excelente manera de encontrarse. La Palabra de Dios está viva, nutre al ser humano.
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