El Santo Padre pidió en esa oportunidad que “el humilde obrero de Nazaret, además de encarnar delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual, sea también el próvido guardián de vosotros y de vuestras familias”.
Pío XII quiso también que el Santo Custodio de la Sagrada Familia, “sea para todos los obreros del mundo, especial protector ante Dios, y escudo para tutela y defensa en las penalidades y en los riesgos del trabajo”.
Por su parte, San Juan Pablo II, en su encíclica a los trabajadores “Laborem exercens”, destacó que “mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un cierto sentido ‘se hace más hombre’”. Con estas palabras, San Juan Pablo manifiesta la importancia de San José para comprender y vivir la santificación en el trabajo, o, lo que es lo mismo, cómo podemos ser santos y felices a través del trabajo que nos toque desempeñar.
Posteriormente, en el Jubileo de los Trabajadores del año 2000, el Papa polaco añadió: “Queridos trabajadores, empresarios, cooperadores, agentes financieros y comerciantes, unid vuestros brazos, vuestra mente y vuestro corazón para contribuir a construir una sociedad que respete al hombre y su trabajo… El hombre vale más por lo que es que por lo que tiene. Cuanto se realiza al servicio de una justicia mayor, de una fraternidad más vasta y de un orden más humano en las relaciones sociales, cuenta más que cualquier tipo de progreso en el campo técnico”.
San José es modelo e inspiración para todo ser humano que quiere asumir el recto sentido del trabajo. Este debe ser siempre una actividad auténticamente humana, que brinde realización y satisfacción al corazón humano y no sea solo medio para producir “cosas”. Sin su sentido sobrenatural el trabajo se convierte en ocasión de nuevas esclavitudes, instrumentalización o manipulación. Por eso, como San José, cada persona que trabaja debe mirar al Cielo y trascender lo puramente material, que siendo importante no agota su sentido. Es Dios quien corona todo esfuerzo en búsqueda del bien común y la plenitud. San José, obrero y trabajador, es poderoso intercesor frente a la injusticia, ayuda para que no nos falte lo necesario y asistencia para el que busca trabajo.
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