Contaminación del aire: el «asesino silencioso»

Según la OMS, puede detener la muerte prematura de ocho millones de personas cada año por contaminación del aire que respiramos

Conforme avanza la investigación científica sobre el aire que respiramos los 4.200 millones de seres humanos que vivimos en ciudades en todo el mundo, se descubren nuevas amenazas para la salud y la urgente necesidad de cambiar el modelo de producir, habitar y planear el medio urbano, así como evitar los incendios forestales y la polución agrícola.

La contaminación del aire es un asesino silencioso, pero de una letalidad extrema. Se calcula que cada año la exposición a la contaminación del aire causa aproximadamente ocho millones de muertes prematuras y provoca la pérdida de otros tantos más millones de años de vida saludable.

Tan solo en el continente americano cada año mueren más de 131,000 personas en países de bajos ingresos y 96,000 en países de altos ingresos por causas vinculadas a la contaminación del aire. De esta manera constituye, por sí sola, el riesgo ambiental para la salud más importante del mundo: una de cada ocho muertes está asociada a ella.

Después de quince años

Por lo pronto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de emitir nuevas directrices de calidad para el aire mediante las cuales se podrían prevenir cientos de miles de muertes cada año, muertes directa e indirectamente provocadas por las partículas suspendidas, especialmente el material fino de partículas o PM 2.5.

De acuerdo con la OMS, el PM 2.5 es el contaminante más diminuto de las partículas suspendidas en el aire de las ciudades y, no obstante su pequeñez, envuelve un serio peligro para la salud humana puesto que al inhalarse se cuela en el tejido de los pulmones y de ahí va a la sangre pudiendo producir enfermedades cardiacas y respiratorias.

Las nuevas directrices, que sustituyen a las que se habían dado en 2005, exigen que se reduzca la concentración de esta sustancia nociva en el aire a nivel mundial a la mitad, de diez microgramos por metro cúbico a cinco microgramos. En 2016, cerca de 4,1 millones de muertes prematuras estuvieron asociadas al PM 2.5.

Muertes evitables

Si se hubieran aplicado las nuevas directrices de calidad del aire de 2021, podría haber habido una reducción de casi el ochenta por ciento en las muertes prematuras relacionadas con PM 2.5. En otras palabras, podrían haber habido 3,3 millones de muertes menos, según la agencia de la OMS.

La contaminación del aire en exteriores en los niños incide en la reducción del crecimiento y en el deterioro de sus funciones pulmonares, infecciones respiratorias y agravamiento del asma. En los adultos, puede generar cardiopatía isquémica y accidentes cerebrovasculares y diabetes o enfermedades neurodegenerativas.

«Esto sitúa la carga de morbilidad atribuible a la contaminación del aire en el mismo nivel que otros importantes riesgos para la salud a nivel mundial, como la dieta malsana y el tabaquismo», según la OMS, quien ha elaborado regulaciones no solo para las PM 2.5, sino también para PM10, ozono, dióxido de nitrógeno, dióxido de azufre y monóxido de carbono.

Triple ganancia

Dorota Jarosińska, líder técnica de la agencia internacional, quien ayudó a desarrollar las nuevas directrices globales, calificó la nueva actualización como un «escenario de triple ganancia», ya que no solo protege la salud pública y mejora la calidad del aire, sino que también mitiga la crisis climática.

Además, las últimas investigaciones revelan que la contaminación atmosférica podría ser un factor determinante que contribuya a la propagación de la Covid-19 puesto que las partículas finas (PM 2.5) provienen de fuentes como la quema de combustibles fósiles, incendios forestales y agricultura, que a su vez se relacionan con asma, enfermedades cardiacas, bronquitis crónica, etcétera, que hacen a las personas más vulnerables frente al coronavirus.

Ahora, habrá que ver si los países cumplen con estas nuevas regulaciones. Al poner por encima el desarrollo económico y financiero, al incentivar la cultura del automóvil, del plástico, la industria pesada y el uso de combustibles fósiles, le restan, como en el caso de algunas regiones de la India, seis años de esperanza de vida a sus ciudadanos.

¿Merece la pena seguir este modelo depredador?

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