“La justificación, si no florece con nuestras obras, estará ahí, bajo tierra, como muerta. Está, pero nosotros debemos alimentarla con nuestras obras”, insistió.
El Pontífice realizó esta enseñanza durante la Audiencia General de este miércoles 29 de septiembre, que celebró en el Aula Pablo VI del Vaticano y donde continuó con su serie de catequesis sobre la Carta de San Pablo a los Gálatas.
El Santo Padre, en su catequesis, explicó qué es la justificación. Señaló que “nosotros, pecadores, nos hemos hecho justos. ¿Quién nos ha hecho justos? Cristo. Este proceso de cambio es la justificación. Nosotros, delante de Dios, somos justos. Es cierto, tenemos nuestros pecados personales, pero en la base somos justos. Esta es la justificación”.
El Papa explicó que tal vez alguno pueda objetar: “Padre, yo soy justo porque cumplo todos los Mandamientos”. “Sí, pero de ahí no te viene la justificación. Te viene de antes. Alguno te ha justificado. Alguno te ha hecho justo ante Dios”. “Sí, pero soy pecador”. “Sí, eres justo y pecador, pero en la base eres justo. ¿Quién te ha hecho justo? Jesucristo. Esa es la justificación”.
Reconoció que no es fácil llegar a una definición exhaustiva” de la justificación, pero “se puede decir sencillamente que la justificación es la consecuencia de la ‘iniciativa misericordiosa de Dios que otorga el perdón’”.
“Así es nuestro Dios, tan bueno. Misericordioso, paciente, lleno de misericordia que continuamente da el perdón. Continuamente. Él perdona. Y la justificación es Dios que perdona desde el inicio a cada uno en Cristo”.
Subrayó que “Dios, de hecho, a través de la muerte de Jesús, ha destruido el pecado y nos ha donado de forma definitiva el perdón y la salvación. Así justificados, los pecadores son acogidos por Dios y reconciliados en Él”.
Para explicarlo mejor, lo describió “como un regreso a la relación original entre el Creador y la criatura, antes de que interviniera la desobediencia del pecado. La justificación que Dios realiza, por tanto, nos permite recuperar la inocencia perdida con el pecado”.
Por lo tanto, “la justificación ocurre por gracia. Sólo por la gracia. Nosotros hemos sido justificados por pura gracia. ‘Pero, ¿yo no puedo, como hacen algunos, ir donde el juez y pagarle para que me de justicia? No, aquí no se puede pagar. Ya ha pagado uno por todos nosotros: Cristo. Y de Cristo que ha muerto por nosotros viene toda esa gracia que el Padre nos da a todos. La justificación viene por la gracia”.
“Nosotros hemos sido justificados, hemos sido salvados por pura gracia. No por nuestros méritos. Y esto nos da una confianza grande. ¿Somos pecadores? Sí, pero caminamos por los caminos de la vida con esta gracia de Dios que nos justifica cada vez que nosotros pedimos el perdón. En ese momento nos justifica, pero ya estábamos justificados de antes, pero en ese momento nos perdona de nuevo”.
“La justificación por fe subraya la prioridad de la gracia, que Dios ofrece a los que creen en su Hijo sin distinción alguna”. No obstante, la ley mosaica, los Mandamientos, “permanece como un don irrevocable de Dios”.
“También para nuestra vida espiritual es esencial cumplir los mandamientos, pero tampoco en esto podemos contar con nuestras fuerzas: es fundamental la gracia de Dios que recibimos en Cristo. Esa gracia que nos viene de la justificación que nos ha dado Cristo, que ya ha pagado por nosotros. De Él recibimos ese amor gratuito que nos permite, a su vez, amar de forma concreta”.
El Papa añadió: “La justificación nos introduce en la larga historia de la salvación, que muestra la justicia de Dios: frente a nuestras continuas caídas y a nuestras insuficiencias, Él no se ha resignado, sino que ha querido hacernos justos y lo ha hecho por gracia, a través del don de Jesucristo, de su muerte y resurrección”.
“Sigamos adelante con esta confianza. Todos hemos sido justificados, somos justos en Cristo. Debemos implementar esa justificación”, concluyó el Papa Francisco.
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