Cuando el niño «problemático» salva a la familia en crisis

La centralidad de las emociones en el equilibrio familiar: el niño "difícil" como síntoma y clave para la salvación de la familia que se tambalea

Ha aparecido un interesante artículo en Psicología Contemporánea, de las psicólogas Alessandra Salerno y Marzia Movarelli. Se centra en profundidad en la centralidad de la calidad de la comunicación emocional entre los miembros para el bienestar de la familia. Sobre todo cuando hay niños en el hogar, y más aún si son pequeños.

Los investigadores que se han ocupado de identificar cuál es la principal característica que connota a las familias «funcionales», coinciden en que la comunicación juega un papel de fundamental importancia, junto con la cohesión y la flexibilidad.

La comunicación familiar incluye tres subsistemas: el entre adultos en pareja y los padres, el entre hermanos y el sistémico intergeneracional que involucra a todos los miembros.

La comunicación adecuada debe basarse en la escucha atenta, el respeto y la apertura mental. Así se aseguran la transmisión tanto de contenidos significativos como de mensajes emocionalmente interactivos. Y se fortalecen las mismas relaciones intrafamiliares.

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Shutterstock I Africa Studio

Función protectora frente a situaciones de riesgo

La buena comunicación, dicen los autores del artículo, también juega un papel protector con respecto a las situaciones de riesgo que pueden encontrar los menores.

Al ser mensajes debidamente calibrados emocionalmente y en contenido, representan una base segura desde la que explorar el entorno externo, que es cada vez más amplio y complejo con el que interactúan gradualmente.

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Un aspecto en el que los académicos se han centrado especialmente se refiere a las herramientas con las que los padres estimulan la competencia emocional de los niños. Hacen uso de estrategias directas e indirectas para este propósito.

Con el primero intentan enseñar a sus hijos tanto a reconocer y distinguir las distintas emociones, como a identificar las formas correctas de expresarlas y regularlas.

Modeling

Entre los indirectos se encuentran los comportamientos naturales de los padres que representan la base del modeling: el aprendizaje a través de la observación y la imitación de un modelo emocionalmente significativo;los padres en primer lugar.

De hecho, observar a papá y mamá expresar sus emociones, junto con su intensidad, las características expresivas verbales y corporales -además del contexto en el que se expresan- constituye el gimnasio más inmediato y privilegiado para que los niños se entrenen emocionalmente, guiados por estos. los instructores a veces no son conscientes de las indicaciones que dan.

Contingency

Otra modalidad indirecta está representada por la contingency: el aprendizaje del niño a través de los mensajes no verbales de los padres en respuesta a las expresiones emocionales del niño.

Los autores enfatizan que cuando un padre o una madre consuelan al niño triste o lo tranquilizan si está asustado, le brindan, a través de la sintonía emocional con su estado de ánimo, significado a la experiencia del niño, ayudándolo a tomar conciencia de sus propias emociones.

El niño debe aprender no solo a reconocer y expresar sus emociones sino también a regularlas: inhibirlas, controlarlas, transmitirlas al exterior teniendo en cuenta lo que considera socialmente aceptable en el contexto de referencia sociocultural.

Cuando hay un malestar psicológico

Un aspecto particular de la comunicación emocional dentro de la familia se refiere al caso del niño que manifiesta malestar psicológico. En el pasado se le trataba solo, separándolo artificialmente del contexto familiar en el que estaba inmerso.

Actualmente y de manera más apropiada, subrayan los dos psicólogos, es la unidad familiar entera la que se cuida, permitiendo así no solo la despatologización del niño «problemático», sino también la posibilidad de que éste desempeñe el papel de «co-válido». terapeuta».

De esta forma, llega a reconocer y utilizar su competencia respecto al tejido relacional y emocional de su familia en el trabajo terapéutico.

Como dice Maurizio Andolfi, neuropsiquiatra infantil y psicoterapeuta familiar:

Los hijos son testigos de las relaciones adultas desde el momento en que nacen. Incluso antes, si pensamos que la formación de la tríada primaria (padre-madre-hijo) comienza durante el período de embarazo. Los niños han aprendido a conocer bien a sus padres. Son capaces de comunicar al terapeuta su punto de vista sobre los acontecimientos familiares, en la medida en que podemos darles voz en la sesión.

(Psicología contemporánea)

El niño, verdadero experto en comunicación no verbal

Cada vez más, a través de la expresión emocional de su malestar los niños inducen a los padres con dificultades a buscar ayuda de terapeuta.

Este último, captando lo que subyace a las manifestaciones problemáticas del menor, es capaz de descifrar correctamente los roles. También el estado auténtico de las relaciones familiares. Gracias a una perspectiva privilegiada, puesta a su disposición por su pequeño «co-terapeuta», verdadero y gran experto. en la comunicación no verbal.

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