Ante la polémica generada tras el nombramiento de estos nuevos miembros, creados por el Papa Francisco el 15 de octubre, la Pontificia Academia para la Vida emitió un comunicado en el que defendió la necesidad de incluir “a mujeres y hombres con experiencia en varias disciplinas y de diferentes orígenes, para un constante y fructífero diálogo interdisciplinario, intercultural e interreligioso”.
“Por eso entre los académicos también hay no católicos: dos rabinos, un Académico sintoísta, musulmanes, un teólogo anglicano”, explicaron en el comunicado difundido el 19 de octubre.
Sin embargo, en esta lista no citaron al teólogo francés Mons. Philippe Bordeyne, defensor de la bendición a parejas homosexuales y crítico de la Humanae Vitae de San Pablo VI, que pasará a formar parte del Consejo Directivo.
Tampoco a Mariana Mazzucato, atea, defensora del aborto y promotora de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, que atacan explícitamente a la vida, la familia y los valores cristianos.
La Academia Pontificia para la Vida se definió como “un organismo de estudio e investigación” y aseguró que por ello es necesario “el diálogo entre personas de diferentes orígenes”.
También aclararon que “los nombramientos de los Académicos Ordinarios los hace el Papa, por ello, antes de ser nombrados, pasan por un procedimiento que implica la consulta al Nuncio Apostólico y a la Conferencia Episcopal de los países donde viven y trabajan los académicos”.
“Esto también ocurrió en este caso y no hubo problema”, aseguraron.
Publicar un comentario