Una bonita enseñanza del Padre Pío a un joven sacerdote... ¡y a todos! La relata el escritor Claudio de Castro
San Giovanni Rotondo es un pueblo al sur de Italia. Fue el hogar del Padre Pío hasta su muerte en septiembre de 1968.
Es famosa la historia de este joven sacerdote que quiso ir a ver al Padre Pío porque estaba seguro, de alguna manera misteriosa, de que el famoso fraile capuchino le daría un consejo para mejorar su vida y poder agradar a Dios en todo.
Logró viajar a San Giovanni y a los días de estar allí pudo confesarse con el Padre Pío. El buen sacerdote esperó inútilmente aquel consejo que nunca llegó.
El Padre Pío no le obsequió una palabra de consuelo, consejos o advertencias para mejorar su vida espiritual. Volvió desilusionado a su pueblo sin saber qué pensar y a todos les contó de su viaje y su gran decepción.
Algo inusual
—Fui a confesarme con el santo Padre Pío y no me dijo nada—se quejaba—. Me marché sin recibir el consejo que tanto esperé y que estaba seguro que me iba a dar.
Un joven que se encontraba presente le sugirió:
—Padre, píenselo bien. Usted se encontraba frente a un hombre santo. ¿Ocurrió algo inusual durante esa confesión?
—Ahora que lo mencionas, sí… pero no le presté atención hasta ahora que lo mencionas. El Padre Pío con gran solemnidad trazó frente a mí la señal de la cruz, pero lo hacía con tal lentitud que me impacienté y pensé que nunca acabaría.
—Allí está —le respondió el joven —. Tal vez usted es un poco descuidado y debe hacerla más lentamente, con profundo respeto y más devoción.
—Es verdad—dijo el sacerdote —. Debo reconocerlo. A veces la hago apurado, sin prestar atención, con descuido. Verdaderamente el Padre Pío me ha dado una gran lección y un estupendo consejo.
¿Cómo haces la señal de la cruz?
¿Cómo haces la señal de la cruz? ¿Te parece si la hacemos juntos un momentito?
En el nombre del Padre,
y del Hijo
y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Sabes cómo decirlo en latín? Es mu sencillo.
In nomine Patris,
et Filii,
et Spiritus Sancti.
Amen.
¿Sabes que al hacerlo te pones en la presencia de las tres personas de la Santísima Trinidad? ¿Piensas en ellos al hacer la señal de la cruz? Debieras. Es un asunto muy serio.
Signo de un sacrificio
Hoy al comenzar la misa y hacernos la señal de la cruz pensé en ti y en ese maravilloso gesto.
Una persona entró a la Iglesia apurada minutos antes que iniciara la Eucaristía y con el móvil aun en la mano trazó una señal de la cruz apurada, con poco fervor, distorsionada, como por costumbre.
La señal de la cruz rememora el sacrificio que Jesús hizo por nosotros.
«Cuando haya sido levantado de la tierra, atraeré a todos a mí»
Jn 12,32
¿Cuándo la debes hacer? Ya sabemos que al inicio de la santa Misa y antes de los sacramentos. Pero en realidad todo momento es bueno para hacerla. Al despertar, al acostarnos a dormir, antes de bendecir los alimentos en el almuerzo y la cena,…
La señal de la cruz nos ayuda a recordar el sacrificio de Jesús y a abrazar la cruz que llevamos sobre nuestros hombros.
Y por muy pesada que sea podemos -como decía santa Teresa de Jesús- abrazarla con amor y aceptación para que sea menos pesada.
El poder de la bendición
Recuerdo a mi abuelita bendiciéndonos antes de salir de casa, una bella costumbre que debemos recuperar los católicos.
Y nos trazaba la señal de la cruz en la frente diciendo: “Vaya con Dios mijito”. Imposible salir de casa sin su dulce bendición.
Te acostumbrabas y la buscabas: “Abuela, mi bendición”.
La señal de la cruz es la señal del cristiano, damos testimonio de nuestra fe. La hago en muchas ocasiones, sobre todo al bendecir los alimentos. No me avergüenzo de hacerla en público, en un restaurante. ¿Y tú?
En Aleteia nos parece importante conocer a fondo nuestra fe y compartirla contigo con estas bellas enseñanzas. Te explicamos en este maravilloso artículo la diferencia que hay entre santiguarse, signarse y persignarse. ¿Las conocías?
Cuéntanos tus experiencias en la fe. Si lo deseas puedes escribirme. Te dejo mi email personal. cv2decastro@hotmail.com
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