El Monasterio de monjas cistercienses de Nuestra Señora de Vico lanza una propuesta rompedora en un encuentro virtual, convocado por la Fundación DeClausura: experimentar durante siete días la vida monacal como una oportunidad única para encontrarse con Dios.
¿Te has imaginado en alguna ocasión cómo es la vida cotidiana en un monasterio? Ahora cualquier mujer podrá responder a esta pregunta y hacer la experiencia. Es la propuesta inédita que lanza una comunidad cisterciense.
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La iniciativa ha sido lanzada por la madre Isabel Rivero Navarro, abadesa del Monasterio de Nuestra Señora de Vico, situado en la localidad de La Rioja española de Arnedo, en un encuentro virtual organizado el 19 de octubre por la Fundación DeClausura.
La experiencia podrá hacerse en cualquier mes del año. Se aceptan incluso a mujeres no católicas. De hecho, cristianas de otras confesiones, por ejemplo, podrán postular para participar en esta experiencia única. El requisito de edad es entre 18 y 60 años, aunque en el límite máximo de edad podría haber alguna excepción.
Compartir la riqueza de la vida monástica
La madre Isabel dejó claro que el objetivo de esta propuesta «no es vocacional»: «el fin es que [las participantes] puedan descubrir el tesoro de la vida monástica, ver lo que implica una vida de oración y de trabajo, en la sencillez, mantener a lo largo del día el clima de oración, gracias al silencio».
«Eso es lo que queremos –confesó la superiora cisterciense, cuya comunidad sigue la Regla de San Benito–: que la gente pueda conocer el tesoro que es esta vida y pueda encontrarse con Dios. Que pueda pararse y encontrarse con Dios. A veces, no tenemos el tiempo de pararnos».
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La madre Isabel aclaró que esta experiencia requiere al menos de siete días, pues las personas, en general, necesitan como mínimo cuatro días para adaptarse al ritmo de los horarios del monasterio, donde las oraciones comienzan muy pronto por la mañana.
Ahora bien, las monjas están dispuestas a acoger a una persona que quiera permanecer más días, si el bien espiritual de su alma así lo requiere.
La madre abadesa aclaró: «No admitimos más que a dos personas a la vez, porque van a dormir en nuestro dormitorio, y van a estar compartiendo la vida con nosotras. Preferimos que sea una persona sola para poder hablar con ella, atenderla, y orientarla un poquito. Pero podemos acoger a un máximo de dos personas».
Teléfono móvil… Y gratis
Bromeando, la abadesa aseguró que no le «quitará» a nadie el teléfono móvil al entrar al monasterio; ahora bien, pidió que quien quiera hacer esta experiencia evite llevar el teléfono a los actos de oración comunitaria en la iglesia del monasterio.
En respuesta a las preguntas de la moderadora del encuentro, la periodista Blanca de Ugarte, la madre Isabel aclaró que las religiosas no piden ninguna contribución económica a quien quiera hacer esta experiencia monástica: «No cuesta nada. Las participantes solo tienen que compartir el trabajo. Si alguien tiene posibilidad, y quiere, puede dejar un donativo. Pero solo tienen que compartir la vida del monasterio».
El encuentro terminó con una candidata a unirse a la iniciativa, una joven participante en el encuentro virtual desde Rumanía, quien manifestó públicamente el deseo de viajar a Arnedo para vivir unos días junto a las monjas cistercienses.
De hecho, aclaró la abadesa, admiten a todas las mujeres que quieran venir a unirse al monasterio durante siete días procedentes de otros países, dado que, en general, el gobierno español ofrece a ciudadanos de muchos países una permanencia como turista de tres meses.
Un nuevo modo de salir al encuentro de las personas
La madre Isabel reconoció que llevan años discerniendo sobre esta iniciativa, que se ha retrasado a causa de la pandemia. Confesó que es la manera con la que esta comunidad, de unas doce cistercienses, responde al llamamiento lanzado por el Papa Francisco de «salir a las periferias».
Como al vivir en clausura las monjas contemplativas no pueden salir, proponen entrar a quienes tengan interés en conocer y experimentar cómo es su vida diaria, un «regalo» por el que cada día estas monjas de clausura dan gracias a Dios.
Y como don, la paz
La primera mujer en hacer esta experiencia ha sido una profesora de la Universidad Complutentese de Madrid, quien ha testimoniado: «Cuando me planteé la estancia con las monjas cistercienses del Monasterio de Santa María de Vico no sabía muy bien qué iba a encontrar, pero sí tenía una fuerte intuición de que era lo que yo necesitaba en ese momento. ¿Y qué necesitaba? En una sola palabra: paz».
«Dos meses después de la experiencia, puedo decir que, aunque la vida me sigue planteando retos y me pone delante decisiones que no siempre tengo claras, las afronto con más calma; estoy más tranquila y también me quiero más porque me trato mejor», añade la primera mujer que ha aceptado este desafío.
Dirigiéndose a las monjas de Vico, esta profesora concluye: «Como ya os dije entre lágrimas, me habéis dado mucho amor y habéis derribado barreras y prejuicios que lo único que hacen es limitar y empobrecer la vida de alguien. Por todo ello, os llevo en mi corazón y sé que volveré a vosotras porque ya formáis parte de mi vida».
Quien esté interesada en experimentar una semana de vida monástica con las hermanas cistercienses de Vico, puede enviar un mensaje de correo electrónico a monasteriodevico@monasteriodevico.org Más información en monasteriodevico.org
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