3 historias para devolvernos el amor a la Eucaristía

El escritor Claudio de Castro nos ofrece unas hermosas anécdotas protagonizadas por niños para comprender la importancia de la Eucaristía en nuestra vida cristiana

Los niños en su pureza de corazón y alma, suelen ser grandes maestros.  Aprendemos de ellos si estamos atentos a escucharlos.

1«Yo también quiero»

Ayer en la misa dominical, durante la comunión una niña muy pequeña se paró al lado del sacerdote. No se movía. Miraba atentamente como diciendo: “A todos les das eso. Yo también quiero”. 

Al terminar de repartir la santa comunión el padre Manuel se inclinó con amabilidad frente a ella bendiciéndola, y le dijo algo que no escuché bien. Y la niña sonrió y volvió a su puesto con su mamá.

Ella sabía que estaba ocurriendo algo importante, aunque a esa corta edad no lo comprendiera y quería participar. 

Me hizo recordar otros dos eventos distantes pero parecidos. Me parecieron maravillosos y me gustaría compartirlos contigo.

FIRST COMMUNION

2Si Dios es tan grande, ¿cómo puede caber en el sagrario?

El Padre Pablo, un sacerdote español al que sigo en Twitter @PadrePich, publicó hace unos días una experiencia de lo más simpática con un niño de catecismo. 

Le escribí: “Me encantó. Qué maravillosa curiosidad de los niños que te permite revelarnos la grandeza de Dios, para quien nada hay imposible. ¿Me lo regalas? Me gustaría usarlo en un escrito. Es sencillo y muy profundo”. Inmediatamente respondió: “¡Todo tuyo!”.

Esta fue la historia:

“Un niño de catequesis me preguntó: “¿Si Dios es tan grande, cómo puede caber en el sagrario?”

Le dije: Dios es tan grande que puede escoger hacerse pequeño. En la Eucaristía, Dios se queda en lo que parece un trozo de pan para que lo podamos comer y adorar ¡Esa es su mayor grandeza!”.

Si lo piensas, la pregunta infantil tiene mucho sentido. Y nos enseña verdades de nuestra fe, a veces olvidadas: para Dios nada hay imposible.

3¿Eso qué es? ¿para qué sirve?

Hace algunos años me encontraba un domingo en la misa de las 6:00 p.m. en el Santuario Nacional del Corazón de María.

Estaba sentado en una de las bancas cercanas a la puerta de salida, al final. Ese día ocurrió algo similar a la primera historia que te compartí.

Mientras el padre Lamberto Picado repartía la sagrada comunión, un niño muy pequeño se paró debajo de él, frente a altar y le hablaba.

No podía escuchar a la distancia en que me encontraba, pero se notaba que tenía mucha curiosidad y no dejaba de preguntar. Al poco tiempo la mama lo buscó y lo llevó a su puesto.

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Cuando el buen padre Lamberto estaba por finalizar la misa con la bendición final, se detuvo unos momentos, se acercó al micrófono y nos dijo:

«Hay algo que necesito decirles. Seguramente muchos de ustedes se dieron cuenta que mientras repartía la sagrada comunión un niño muy pequeño se me acercó y empezó a hablarme. Tenía mucha curiosidad, esa curiosidad infantil que es sana y pura y que a los adultos nos puede enseñar muchas cosas.

Ese pequeño miraba la Hostia blanca y me preguntaba: «¿Eso qué es? , ¿para qué sirve? ¿Me puedes dar también a mí?«.

¿Cómo nos cambia comulgar?

Pensemos un poco en sus palabras. ¿Eso que es?

Nosotros al recibir el cuerpo de Cristo, a Cristo Eucaristía, ¿tenemos conciencia de a quién estamos recibiendo?

¿Lo recibimos por rutina, porque otros comulgan, para que nos vean que participamos, o lo hacemos con profundad piedad y amor por Jesús que viene a habitar en nosotros?

sacerdote-dando-la-comunion

La segunda pregunta del pequeño niño a quien le agradezco su interés en las cosas de Dios, no puede dejarnos indiferentes: ¿Para qué sirve?

Hazte la pregunta: ¿Para qué me sirve comulgar? ¿Cómo me cambia? Si lo meditan un poco comprenderán que este niño nos ha brindado la oportunidad de reflexionar seriamente y dar toda una catequesis.

Háganlo en casa y cuando estén a punto de dormir, antes del examen de conciencia pregúntense ustedes sobre el momento en que hoy comulgaron: ¿Esto qué es?, ¿para qué sirve?

Amable lector, ahora te toca a ti. Hazte la pregunta antes de comulgar: ¿Esto qué es? ¿Para qué sirve?”  

Te ayudará a tener la certeza de que recibes al Hijo de Dios vivo, del don extraordinario que se nos da en cada Eucaristía y de quién nos espera cada día escondido, prisionero de amor, en el Sagrario.

¡Dios te bendiga!

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