“La mirada de Dios nunca se detiene en nuestro pasado lleno de errores, sino que mira con confianza infinita en lo que podemos llegar a ser”, recordó el Papa Francisco a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para el rezo del Ángelus.
En la liturgia del 30 de octubre, el Evangelio narra el encuentro entre Jesús y Zaqueo, jefe de los publicanos en la ciudad de Jericó (Lc 19,1-10).
El Papa recordó el pasaje en el que Jesús miró hacia arriba para ver a Zaqueo en el árbol sicómoro: “Es una imagen muy hermosa, porque si Jesús debe alzar la mirada, significa que mira a Zaqueo desde abajo”.
“Esta es la historia de la salvación: Dios nunca nos ha mirado con desdén para humillarnos y juzgarnos, no; al contrario, se rebajó hasta el punto de lavarnos los pies, mirarnos desde abajo y devolvernos la dignidad”, dijo.
Y añadió: “Así, el cruce de miradas entre Zaqueo y Jesús parece resumir toda la historia de la salvación: la humanidad con sus miserias busca la redención; pero, ante todo, Dios con su misericordia busca a su criatura para salvarla”.
El Papa Francisco recordó que “si a veces nos sentimos personas de baja estatura, que no están a la altura de los desafíos de la vida y, menos aún, de los del Evangelio, empantanadas en los problemas y en los pecados, Jesús nos mira siempre con amor”.
“Como con Zaqueo, viene a nuestro encuentro, nos llama por nuestro nombre y, si lo acogemos, viene a nuestra casa”, agregó.
Finalmente, el Papa Francisco animó a todos los cristianos a tener la “mirada de Cristo, que abraza desde abajo, que busca a los perdidos, con compasión”.
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