Llega Todos los Santos y, cada vez más, predomina la fiesta de disfraces y calaveras. Aquí van alternativas cristianas para acercarnos a los santos reales
Estas son varias ideas para que puedas animar a tus hijos a celebrar esta gran fiesta de la Iglesia, que nos recuerda que en el cielo hay muchas personas santas y que nosotros podemos aprender de ellas y pedir su intercesión.
1Disfrazarnos y conocer la historia de nuestros santos.
Asignar a cada miembro de la familia un santo puede ser la mejor manera de empezar a conocerlos.
Buscad información sobre dónde nacieron, cómo vivieron, qué milagros han hecho o cómo murieron es el primer paso. Una vez conocida su historia podemos observar las ilustraciones. Las fotos que muestran los objetos que portan y que les representan.
Descubrirán la cruz de San Juan, las flores de Santa Teresita del Niño Jesús, la bandeja con los ojos de Santa Lucía, o la cinta en la frente y las plumas de Santa Catalina Tekakwitha, entre otro muchos. Son símbolos de sus milagros y su vida que les identifican.
Con ellos podemos elaborar nuestros disfraces. Túnicas y complementos que se pueden confeccionar en casa, en familia, pasando un buen rato de manualidades nosotros y que nos acercan a todos ellos. Aquí algunas ideas.
Una vez disfrazados podemos visitar a familiares, amigos o vecinos y explicarles de quién vamos vestidos y lo que hemos aprendido de ellos.
Si lo hacemos en el colegio podemos acudir a las clases de los más pequeños y contar, con sus propios trajes, las historias de estos hombres y mujeres que han cambiado la historia. Es una buena manera de acercar a los niños estos santos y convertirlos en sus referentes.
2Mensajes en globo.
Podemos lanzar nuestras plegarias al cielo como gesto simbólico. Así nos acostumbramos a pedir su intercesión. Saber que están ahí y no sólo los recordaremos un día al año. ¿Cómo? A través de globos que se elevan a lo alto.
Podemos escribir en un papel una pequeña petición, un agradecimiento o una súplica y meterla en un globo. Inflarlo con helio y soltarlo hacia el cielo. Observar cómo sube y pensar de forma gráfica que nuestra oración llega a nuestro santo ahí arriba.
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Esta práctica se realiza en algunos centros escolares y, además de convertir el cielo en un mar de globos de colores por un momento, hace a los niños mirar a lo Alto, dirigir gráficamente los ojos hacia el cielo, hacia los santos.
3Excursiones o peregrinaciones.
Otra opción dirigida a los no tan pequeños es ponernos en camino para descubrir la vida de un santo. La festividad de Todos los Santos es una buena fecha para visitar la zona donde vivió nuestro santo o, la iglesia o colegiata de alguno de ellos con motivo, por ejemplo, de algún centenario o aniversario de su canonización.
4Cine o teatro.
Disfrazados o no del santo que hemos elegido, los vemos reflejados en el arte o la literatura.
5Visitar iglesias o museos.
Visitar iglesias con sus esculturas, disfrutar de museos en los que aparecen en famosos cuadros o interpretar una obra de teatro que narre la vida de nuestro protagonista son buenas propuestas.
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La vida de algunos santos se han llevado a novelas, películas y obras de teatro que incluso podemos preparar para luego representarlas con los nuestros. San Juan Pablo II, San Agustín, San Ignacio de Loyola o Santa Teresa se han convertido en los protagonistas de muchas de estas cintas que podemos aprovechar y ver sabiendo que son personajes reales.
Son santos a los que podemos acudir para pedir su intercesión y son cercanos.
Su obra y su luz brillan más que la sombra y la oscuridad de Hallowen y sus tenebrosas brujas, fantasmas y zombies.
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