Los menores neofóbicos

Jesús Domingo Martínez

El rechazo infantil a probar nuevos alimentos tiene efectos dietéticos negativos. Sin embargo, no se encuentra ninguna diferencia notable en lo que respecta a la composición corporal.

Un estudio realizado por la Universidad del País Vasco (UPV-EHU) demuestra que los niños que rechazan probar alimentos nuevos (neofóbicos) "presentan un menor índice de calidad de la dieta mediterránea" y que este comportamiento puede tener para ellos "consecuencias dietéticas negativas".

Según ha informado dicha institución académica en un comunicado, ésta es una de las conclusiones de la tesis doctoral elaborada por la investigadora de la Facultad de Psicología Edurne Maiz, quien ha desarrollado un estudio en el que han participado 831 menores de entre 8 y 16 años. La "neofobia alimentaria", es decir, el miedo o rechazo a probar alimentos nuevos es una etapa típica en el desarrollo infantil, sobre todo en niños de 2 y 3 años, aunque suele remitir en torno a los 5.

Los pequeños que presentan esta actitud muestran también signos de "angustia y ansiedad" y su comportamiento puede llegar a ser habitual en la edad adulta, ha precisado la misma fuente.

En su estudio, Edurne Maiz tomó diferentes datos sobre la disposición de los menores a probar nuevos alimentos, la composición corporal de los participantes, su estilo de vida, los estilos parentales de alimentación y diferentes variables psicológicas. La investigadora afirma que el estudio evidenció "diferencias estadísticamente significativas en muchas variables".

De esta manera, los participantes neofóbicos presentan un menor índice de calidad de la dieta mediterránea y esto es debido fundamentalmente a un menor consumo de frutas y verduras y a un aumento de alimentos considerados de consumo ocasional.

Respecto a la autoestima, la tesis señala que los menores neofóbicos son más ansiosos y que, en general, presentan menores puntuaciones en algunos factores relacionados con la autoestima. En cualquier caso, el estudio no ha encontrado ninguna diferencia notable en lo que respecta a la composición corporal de estos pequeños.

Para evitar el rechazo a probar nuevos alimentos, la investigadora recomienda tener un ambiente distendido y agradable a la hora de las comidas, que los niños participen en su elaboración y cuenten también con un buen modelo alimenticio en su propia familia.

 

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