Alberto Fernández Díaz, presidente del grupo municipal del PP en Barcelona, ha pedido a la alcaldesa que la misa de la Mercè siga "formando parte del programa de fiestas de Barcelona, sin perjuicio de que el Gobierno municipal y el resto de concejales tengan derecho absoluto de asistir, o no, en función de sus creencias personales".
Coincido con Fernández Díaz en que la misa se ha celebrado ininterrumpidamente dentro de los actos institucionales de la Mercè, "siendo una tradición", independientemente de las fuerzas que ocuparan el gobierno municipal.
Nuestra flamante alcaldesa debería saber que las fiestas de la Merced están dedicadas a nuestra Patrona, la Virgen de la Merced, por lo que, le guste o no, es la Virgen el motivo de los festejos, y suprimir la misa de un plumazo es un acto, si no quasi vandálico, sí dictatorial.
Además, un alcalde (o alcaldesa) debe dedicarse a gobernar bien para todos los ciudadanos, y permitir que los que lo deseen sigan con la tradición centenaria, y que los que no estén de acuerdo, no acudan. Así de sencillo; Así de democrático.
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