En los tiempos que corren, no son muchas las parejas que hacen realidad el compromiso adquirido el día de su boda tras pronunciar la frase: "hasta que la muerte nos separe".
María Sandoval y Clementino Rubio no solo cumplieron con su compromiso en vida sino que incluso ante la muerte escogieron irse juntos. Toda su familia y amigos sabían que, con la muerte de uno de ellos, el otro no tardaría en seguirle, pero poco imaginaban que fuera con tan solo una hora de diferencia.
Se trata de un matrimonio de nonagenarios de la localidad vallisoletana de La Unión de Campos, donde habían compartido su larga y fecunda vida, según informa el diario ABC.
Con 93 años ambos, y a pesar de los achaques y enfermedades propios de la edad por los que pasaron, hicieron frente siempre a las adversidades porque estar juntos era lo más importante para ellos.
Sin embargo, el pasado 24 de agosto un ictus postró a María en la cama y perdió completamente el conocimiento. Clementino no pudo superar esa nueva y trágica situación y falleció en la madrugada del viernes, día 28, mientras dormía.
"Ya no habla ni dice nada"
Había pasado los últimos cinco días viendo como su esposa se iba consumiendo. "Ya no habla ni dice nada; esto no me gusta", repetía con los ojos vidriosos y el rostro ensombrecido por la tristeza. No se separó de su lecho y, en la misma habitación que compartía con su mujer, dejó de respirar.
Lo que poco se podía esperar es que, sin haber transcurrido ni siquiera una hora, María también cerró los ojos para siempre.
La localidad vallisoletana vive impresionada por las dos muertes de la pareja, muy querida y admirada en el municipio, y que deja cuatro hijos, siete nietos y tres biznietos.
Clementino, ganadero de profesión "adoraba a su mujer", comenta su familia, de la que no se separó en 71 años, durante 70 de casados y uno de novios. Una de sus nietas, Rocío, recordaba cómo el mismo jueves cuando le preguntaba cómo podían haber estado juntos 71 años, respondía sin vacilar: "Porque nos queríamos mucho".
Por eso, quienes les conocieron saben que Clementino murió de pena, al ver cómo la vida de su compañera se iba apagando y ésta, de una u otra forma, también tuvo la certeza de que su fiel amor había emprendido un camino por el que, también esta vez, le iba a guiar.
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