Entre los asesinados el 30 de agosto de 1936, han sido beatificados ocho: los obispos de Almería y Guadix (Granada) -Diego Ventaja y Manuel Medina-; en la provincia de Madrid dos salesianos -Germán Martín y Dionisio Ullívarri-; en Bilbao el sacerdote terciario capuchino Vicente Cabanes —primer mártir en el País Vasco—, otro -el padre Joaquín de Albocácer- en la provincia de Castellón y dos religiosas de San José en Xeresa (Valencia).
Donde va la madre voy yo
Estas dos eran la madre Fidela (Maria Dolors Oller Angelats) y la hemana Josefa Monrabal Montaner, beatificadas el 5 de septiembre de 2015 en Girona junto con otra religiosa de su orden que fue asesinada en 27 de agosto. Fueron apresadas en la casa prestada por los familiares de la hermana Josefa, quien ya estallada la guerra, aunque procuraba esconderse, había dicho: "¡Cuánto me gustaría ser mártir, ofrecer mi vida por la conversión de los pecadores y la salvación de España, si es voluntad de Dios!". Aunque los milicianos solo querían asesinar a la superiora, la hermana Josefa insistió en acompañarla: "Donde va la madre voy yo también, yo no la abandono".
Amurrio, donde los guardias civiles detuvieron "con entusiasmo" a los tradicionalistas
Puesto que ya he reseñado en otros artículos las biografías de todos estos mártires, me acerqué a la Causa general a ver si encontraba algún dato más sobre el primer beatificado como mártir en el País Vasco, el valenciano Vicente Cabanes. En la documentación sobre Amurrio (legajo 1337, expediente 31, 122 folios), no se estudia la filiación política de los componentes del comité revolucionario de esa localidad alavesa (disimulado bajo el nombre de Defensa de la República), se especifica que organizó la detención de varias personas -algunas de las cuales fueron luego ejecutadas en cárceles bilbaínas- y que bajo su amparo se cometieron también algunos asesinatos, siempre en personas de filiación política tradicionalista o simplemente (como en el caso del mártir) señaladas por su catolicismo o profesión religiosa. Entre los asesinados hay una niña de 13 años que corrió a abrazarse a su padre cuando fueron a arrestarlo (y matarlo), su caso se cuenta en un libro citado textualmente en las últimas páginas del expediente. Se indaga también sobre los participantes en las detenciones y asesinatos, lográndose solo la aparente confesión de uno que parece haber reconocido ser el primero en disparar a una de las víctimas, afirmación de la que luego se desdice (folios 35-36).
De los guardias civiles que aparecen como participantes en algunas de las detenciones, dice el responsable del puesto en la posguerra que participaron "con entusiasmo" porque eran manifiestos partidarios de los partidos izquierdistas antes de la guerra, pero de nuevo entre las pocas declaraciones conseguidas, uno de ellos, preso, dice que no hacían más que cumplir órdenes de sus superiores, que actuaban con los carabineros y que de todos los registros hicieron las correspondientes actas.
Del asesinato del sacerdote amigoniano Vicente Cabanes, declaran sus superiores conocer por boca del mismo mártir -aunque como se lee en su biografía perdonó expresamente a sus asesinos- el nombre de quien le disparó, un tal José María Díez, de Bilbao, al que los investigadores no encuentran, pero que según el reverso de la foto que entregan los religiosos (y en la que el supuesto asesino va señalado bajo un triángulo), parece que se habría alistado en una bandera del Tercio (legionarios) -supuestamente tras la caída de Bilbao en 1937- y habría sido procesado en diciembre de 1938.
Frente a la falta de referencias ideológicas, sí las hay geográficas, y así se precisa que en el comité había uno de Valladolid y otro de Madrid; el responsable de los carabineros citados por el guardia civil que declara, era gallego, aunque nunca se confirma el apellido que se le supone.
No quiso ser cómplice de las matanzas de presos
Asunto interesante es que, además de los 9 asesinados de la localidad o civiles, aparecen en los folios 115 y 116 declaraciones tomadas en otros lugares donde se denuncian los asesinatos de cinco personas, todas ellas guardias de asalto o de seguridad, enviados a Amurrio para ser ejecutados en el frente disparándoles por la espalda a sangre fría y simulando así que murieron por balas de los nacionales. De todos ellos sospechaban sus asesinos que eran de derechas o afectos a la causa nacional, y uno en particular, el cabo de Asalto Tomás Echevarría Prado, de 28 años, fue asesinado el 13 de octubre de 1936 porque se negó a ser vigilante en el barco prisión Cabo Quilates, donde habían tenido lugar matanzas de presos los días 25 de septiembre y 2 de octubre. Es en esta documentación donde se menciona que los encargados de estas ejecuciones eran miembros de la brigada Bakunin, en realidad un batallón que llevará el número 21 y se integrará el 26 de marzo de 1937 en la 5ª Brigada Mixta, a su vez parte de la 4ª División. Este batallón había sido uno de los tres primeros de los siete creados por la CNT-FAI, controlados por un comité presidido por Primitivo Rodríguez (y Carmelo Doménech como jefe militar). En definitiva, parece que los crímenes de Amurrio fueron probablemente obra de anarquistas.
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