El Santo Padre recordó que “no somos ni eternos, ni efímeros: somos hombres y mujeres en el tiempo, tiempo que comienza y tiempo que termina”.
Sin embargo, advirtió contra “la ‘tentación del momento’ que se apodera de la vida y te lleva a andar por ese laberinto de egoísmo del momento sin futuro, siempre de ida y vuelta, de ida y vuelta. Y el camino termina en la muerte, todos lo sabemos. Y por eso la Iglesia siempre ha tratado de hacer reflexionar sobre este fin nuestro: la muerte”.
El Papa animó a repetirse: “Yo no soy dueño del tiempo”. Aseguró que “repetir esto ayuda, porque nos salva de la ilusión del momento, de tomar la vida como si fuera una cadena de anillos de momentos sin sentido. Estoy en camino y debo mirar hacia adelante, considerando que la muerte es una herencia”.
También animó a preguntarse: “Si hoy Dios me llamase, ¿qué herencia dejaré como testimonio de vida? Es una bella pregunta para hacerse. De ese modo nos preparamos, porque ninguno de nosotros se quedará aquí como una reliquia. No, todos iremos sobre ese camino”.
Además, explicó que “la muerte es una memoria, una memoria anticipada” que ayuda a reflexionar. “Cuando muera, ¿qué decisión me habría gustado tomar hoy, en mi modo de vivir de hoy? Es una memoria anticipada que ilumina el momento de hoy. Iluminar con el hecho de la muerte la decisión que debo tomar cada día”, finalizó.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 31 de enero de 2018
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