(ZENIT – 24 febrero 2019).- El 5 de febrero de 2018, la Ciudad de México, una de las arquidiócesis más grandes del mundo, cambió de arzobispo primado de México, del Cardenal Norberto Rivera Carrera, quien estuvo 22 años en la metrópoli, pasó a ser el Cardenal Carlos Aguiar Retes, quien en un principio se manifestó con “tolerancia cero” a los abusos por lo que tomó serias medidas de prevención, una de ellas fue el cambio de estructura en el Seminario Conciliar de México.
El rector con un grupo de jóvenes en la JMJ de Panamá © Facebook Federico Albacth
El Seminario Conciliar de México (SCM), tiene una historio tricentenaria. En 1592 Felipe II pidió que se contruyeran los seminarios en todos los virreinatos de la nueva España pero no fue hasta 1697 que se empezó a construir en la Ciudad de México con el Arzobispo Aguiar y Seijas.
El Padre Federico Altbach Nuñez es Doctor en Teología por la Universidad de Tubingen, Alemania, y Doctor por la Universidad Iberoamericana; Lic. En Teología por el Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos, es Rector de la Universidad Lumen Gentium desde el 2009 y desde el año 2018 rector del seminario Conciliar de México.
ZENIT: ¿Cuáles son los nuevos cambios que ha tenido el seminario desde que llegó el Cardenal Aguiar?
Padre Federico Altbach: Hay varios cambios, en realidad se han introducido ciertas reformas estructurales en el seminario, aunque por supuesto se han conservado fortalezas y buenas opciones que se había tenido.
1) Desapareció el seminario menor, ya no se admiten chicos en edad preparatoria para que se internen en el seminario menor. Ahora se les pide que asistan a un grupo juvenil vocacional los fines de semana, y tengan todo un programa de acompañamiento con un padre formador y con toda una serie de actividades que les puedan ayudar a madurar y discernir su vocación. La razón por la que se optó que el seminario menor siguiera abierto, es porque se nota que los chicos adolescentes muchas veces tienen carencias de maduración afectiva que conviene que sean atendidas según un proceso natural en sus casas, ya que no ha ayudado que estén internos, porque eso no favorece su maduración psicoafectiva, que tengan más bien una experiencia normal afuera, que tengan una preparatoria de su elección que sigan creciendo desde su realidad familiar. Ese sería el primer cambio.
2) El curso introductorio pasó a formar ahora el año de discernimiento vocacional con tres líneas fuertes que son:
- El desarrollo humano, que tiene muchos temas, crecimiento como personas, también de discernimiento de los sentimientos y de las emociones. Esto por supuesto va ayudando desde el inicio a la enseñanza del conocimiento de la propia persona, de sus sentimientos y también al manejo de los mismos; por ejemplo, el que quiera hacer la opción por el celibato le sea demasiado útil.
- Introducción a la vida espiritual, aprender insipientemente algunos métodos.
- Curso Bíblico-crítico, les permite tener una fe más pensada, más madurada y es cómo ayudarles a superar una fe naif, una fe ingenua. Además van conociendo la realidad de la arquidiócesis como institución, así como instituciones en particular de beneficiencia de organización. Aprenden buenos modales, hacen deporte, y van teniendo diferentes talleres que complementan su formación. He de agregar que realizan actividades de apostolado juvenil de tinte misionero. Por ejemplo, este año, van a realizar una Pascua juvenil con una serie de actividades, han salido fuera de las instalaciones del seminario para visitar familias e invitarlas a dichas actividades.Antes se le llamaba Filosofía, el cambio de nombre no busca poner énfasis en lo intelectual, que por supuesto sigue siendo importante, sino en ser discípulos de Cristo, algo que se es toda la vida pero aquí se quiere fortalecer y enfatizar. Lo importante es que a lo largo de estos tres años puedan terminar habiendo demostrado: equilibrio y madurez humana. De no ser así, ya no serían candidatos para continuar. Esto tiene que ver con las habilidades para relacionarse con los demás, habilidades para tratar a hombres y mujeres, el que se note una salud psicoafectiva en su actuar; que además sepan resolver conflictos, que puedan manifestar características de liderazgo; en fin, la idea es alcanzar esto y o dejarlo pendiente para las siguientes etapas.
4) El año de discernimiento presbiteral, en el que los chicos se vuelven a su casa y se buscan un empleo para trabajar durante este mismo ciclo y el objetivo es que aprendan otra vez a reinsertarse a su familia, a compartir su proceso vocacional con los miembros de su familia, así como aprender de ellos, retro-alimentarse. También hacer una interrupción en el seminario para que no se convierta en una incercia y que aprendan a valorar el trabajo como un aspecto fundamental del pueblo de Dios, que sean concientes de todo lo que implica esforzarse por sostener una familia.
5) Configuración presbiteral, antes llamada Teología, no está enfatizada en la parte académica sino en configurarse como presbíteros. Ellos viven en comunidades parroquiales. Esto tiene varias razones:
Que haya un acompañamiento más cercano, tanto del formador como del párroco, ya que hay un formador en cada comunidad, él es el encargado de los seminaristas. Hay un conocimiento mucho más cercano y constante.
Hay también una inserción de los seminaristas a la realidad parroquial, al trabajo con los laicos; van aprendiendo lo que significa la organización de una comunidad parroquial. Esto también ayuda a la promoción vocacional porque jóvenes de la parroquia van entrando en contacto y van viendo con cierta familiaridad a los seminaristas y esto les permitiría quizás pensar en esta opción como camino de vida.
La idea es que al terminar 3º de Teología puedan ser candidatos para la ordenación diaconal, de modo que serían ordenados diáconos al inicio de 4º de Teología, y así no se alarga la formación, se recupera el año que se invirtió para la etapa de discernimiento presbiterial.
Un aspecto más es que durante la etapa de los 3 años de discipulado, en los que estudian Filosofía, el punto fuerte es la pastoral juvenil, y se pretende que ellos tengan competencias y además las puedan demostrar en el trato de la evangelización, la colaboración con los jóvenes de tal suerte que no vaya haber un sacerdote que sea incapaz de trabajar con jóvenes, también hay muchos recursos con los que se les va acompañando para fortalecer su preparación.
Z: ¿Cuál es el criterio de discernimiento de los candidatos? ¿Existe agún perfil?
P. FA: Los criterios de discernimiento corresponden a los de la Iglesia, está la Ratio en las que se señala cuales deben ser las características de los seminaristas y qué cualidades se deben cultivar para ser idóneas para el ministerio. Se mencionan estas características en cuatro áreas:
- El área humana: mucha madurez cofectiva, relacional, capacidad de solución de conflictos, liderazgo, etc.
- Espiritual: que se configuren no solo aprendices espirituales, si no que puedan acompañar a otras personas en su proceso de crecimiento espiritual, en el apostolado, que se note su pasión por el apostolado, por la evangelización por la edificación de las comunidades.
- Intelectual: sin duda que tengan una competencia universitaria en Filosofía, en Teología, a la altura de las exigencias de la Arquidiócesis, esto está descrito en el Magisterio de la Iglesia de una manera más puntual.
Z: ¿A qué cree que se deba la escasez de vocaciones?
P. FA: La escasez de vocaciones se debe a un problema muy complejo. Desde el punto de vista de la sociedad, ha habido cambios, una sociedad más crítica respecto a la Iglesia, pero también de parte de la Iglesia creo que se han cometido errores.
Si las parroquias no tienen una gran vitalidad, un trabajo constructivo con las familias y con los jóvenes, es muy difícil que surjan vocaciones. Ahora lo que se busca es que no surjan de una manera neurótica, casi excesiva, vocaciones al ministerio sacerdotal, sino lo que se pretende es que los jóvenes descubran ante todo su vocación cristiana en el abanico de posibilidades para servir a Dios y a la Iglesia y a la sociedad. Si ellos van descubriendo su vocación cristiana, también podrán contemplar la opción sacerdotal como un camino bello, como algo que pueden ellos descubrir, que resuene en sus corazones.
Es muy importante la vitalidad, el trabajo alegre, familiar, constructivo, sano, con los jóvenes para que ellos vayan descubriendo su vocación cristiana y, por supuesto, toda mediocridad, signo contrario al evangelio pues va menoscabando a las familias y también la posibilidad de que las semillas sembradas en los corazones de los jóvenes puedan germinar? Aún así yo estoy confiado en que el Espíritu Santo siembra con manos llenas, y si la Iglesia hace una opción por la autenticidad, por la alegría, por el servicio, no habrán de faltar vocaciones.
Z: ¿Qué acciones hace la Iglesia para contener el celibato?
P. FA: Para que crezcan en el celibato, o dicho de otra manera, para que ellos puedan madurar más su opción por el celibato, en el Seminario se tienen varios elementos.
Hay, como lo decía anteriormente, muchos aspectos para la formación humana. Hay todo un departamento de desarrollo humano y psicopedagógico, con psicoterapeutas, psiquiatras que son un mecanismo de apoyo para que los chicos puedan resolver conflictos internos, disipar dudas y crecer en su vida humana.
De hecho, antes de entrar al Seminario hay todo un proceso de acompañamiento que implica exámenes para poder diagnosticar, en la medida de lo posible, su salud emocional, psíquica; hay otro departamento que se llama de prevención y de abuso a menores, y con ello se busca acompañarlos a un discernimiento maduro de la vocación y también aprender a vivir su sexualidad de una manera constructiva; tienen a sus directores espirituales, hay charlas espirituales, especialmente durante los primeros 4 años, en los que se tocan estos temas.
Es un tema recurrente de manera constante de tal forma que los chicos sí tienen, pienso yo, muchísimos elementos para tomar una decisión bastante madura.
Es verdad, que a veces –ese es el drama en la Iglesia– contemplen criterios claros, incluso se les señalen caminos que deben seguirse para el servicio a los demás, para el aumento de la propia libertad y para que haya una opción alegre se cierran y quizás es el drama de la libertad de todos los cristianos pero más allá de eso, el Seminario hace un esfuerzo para que ellos puedan crecer en su vida psicoafectiva.
Quiero señalar que también hay que hablar con ellos de una manera muy clara, sin perderse en la teorización de ideales, sino que se procura que los formadores puedan hablar con ellos de la realidad de la vida, de los sentimientos, de los problemas, de los conflictos, para evitar perderse en una sermonería, en una palabrería que al final no alcanza a tocar sus verdaderos conflictos, sus verdaderas dudas, sino que ellos más bien tengan la apertura de hablar con toda franqueza de su caminar. Creo que estos son los principales elementos que se engarsan en todo el sistema de formación del seminario.