(Trece) El Cardenal Blázquez ha destacado que es necesario abordar un cambio de mentalidad para dejar de lado «los silencios cómplices, escuchando a las víctimas el tiempo que sea necesario» y ha recordado a la sociedad que «hay que romper el tabú, es una causa que a todos nos afecta: proteger a los niños y su crecimiento».
El arzobispo de Valladolid ha reconocido que durante estas cuatro jornadas de trabajo se han escuchado «testimonios desgarradores. Un sufrimiento interno que desgarraba el cuerpo, el alma y el corazón». Ha reconocido que las heridas causadas a los menores «tardarán mucho tiempo en sanar» y ha señalado lo beneficioso que ha sido «haber despertado como personas, como humanidad y como Iglesia para escuchar a estas personas».
El presidente de la CEE, que en las próximos días informará de lo abordado durante el Encuentro en El Vaticano a la Comisión Permanente y a la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal, ha afirmado que ha encontrado una gran sintonía entre los trabajos que se están realizando en España y las conclusiones que han salido del Encuentro celebrado en la Santa Sede.
Blázquez ha reconocido que durante muchos años ha existido un tabú, «una losa de la sociedad, el ambiente que presionaba para que no se pudiera hablar de ello porque era un deshonor para las familias y un peso que la víctima llevaba sobre sus hombros». En ese sentido, ha reconocido la responsabilidad de la Iglesia porque también se ha actuado de forma incorrecta».
D. Ricardo Blázquez ha relatado que «a veces un sacerdote que abusaba de un niño era trasladado a otra parroquia pensando que así se iba a curar, pero no es verdad ni es legítimo el que se comprara el silencio con dinero, el que se impusiera el silencio con amenazas o por la fuerza. Es incorrecto y nos hemos dado cuenta», ha concluído.
El Cardenal Blázquez ha resaltado que «los medios de comunicación nos han ayudado a despertar» y tomar conciencia del problema. Por último se ha dirigido a los padres al aseguar que «la Iglesia quiere ser hogar de los niños, sabemos la confianza y responsabilidad que los padres depositan en nosotros. (…) Seamos todos responsables del cuidado de los niños, en la Iglesia queremos serlo».
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