Pero ese teléfono no estabaconectado al sistema de megafonía. “No fui yo. Un milagro sucedió ese día. Dios estaba allí”. La herida aún duele, pero ella dice:” Vi esperanza en la bondad de los demás”. Familiares y amigos, pero también innumerables desconocidos enviaron mensajes de solidaridad. “Hay más bien que mal en el mundo, y creo que necesitamos alimentarlo y cultivarlo haciendo el bien unos a otros”.
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Por Marinella Bandini y Anna Raisa Favale
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