Jaime Arenaga asegura: “No tengo miedo”. Pero teme por sus feligreses debido al cariz que están tomando los hechos en los últimos días. Un hombre le dio un puñetazo, según explicó él mismo, y jóvenes y niños -instigados por ese clan- han entrado en la iglesia y han causado destrozos.
Recientemente, varios menores entraron en el templo mientras el sacerdote celebraba la misa y gritaron: “Sois adoradores del diablo“, informa el diario “El Norte de Castilla”.
El párroco, de 60 años de edad, fue ordenado sacerdote hace 3 años y lleva uno en la atención pastoral de la parroquia de San Ignacio de Loyola. Es un barrio conflictivo, con unas 2.000 personas cada vez más en manos del clan de la droga, que ahora ve peligrar su espacio porque la iglesia está situada en la calle Cisne, junto a la salida de un túnel, lo que sirve para vender sustancias estupefacientes a todas horas.
Los vecinos apoyan al párroco
Desde la llegada de Arenaga, en la parroquia se dan clases de apoyo escolar para los niños, idiomas y formación para mujeres en paro… El barrio de los Pajarillos vive con más esperanza y cada vez hay más personas que se acercan a los sacramentos. “Ha sido un balón de oxígeno y este señor está revitalizando el barrio”, dice una vecina, quien asegura que “los vecinos estamos totalmente a favor del párroco, por todo lo que hace y porque ha hecho crecer la parroquia”.
Sin embargo, se han producido escenas de violencia en el entorno de San Ignacio de Loyola, lo que “podría generar miedo en los vecinos”, dice el párroco.
El sacerdote no quiere que además esto se convierta en un brote de xenofobia contra los gitanos. “Hay gitanos de toda la vida que viven en los Pajarillos y que son católicos practicantes. Aquí se han casado y han bautizado a sus hijos, pero ahora me dicen que ni siquiera pueden acercarse a la iglesia porque se lo prohíben los del clan de la droga”.
El clan de esta mafia, que quiere apoderarse del barrio para “campar a sus anchas”, dice don Jaime, no para de acosarlo para que se canse y se vaya, pero él asegura que no dejará de ejercer su cometido como sacerdote. “Arrojan basuras y rompen las bolsas en la calle frente a la iglesia para que esto tenga un aspecto deplorable y así campar a sus anchas”, pero cada vez que eso ocurre él llama a la Policía y “actúan enseguida. Lo que ocurre, sin embargo, es que no puedes tener todo el día a 50 policías aquí”.
Por el momento, la situación es tensa, pero continuamente se viven momentos de unión y de solidaridad con este párroco, que cuenta con el respaldo del cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez. El obispo auxiliar, Luis Argüello, acudirá hoy a la parroquia para administrar el sacramento de la Confirmación a los jóvenes que se han preparado y bendecirá un precioso mural que embellece la fachada de la calle del Cisne, obra de Yolanda Hervás y Jesús Camargo.
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