El amor inspira las buenas ideas. Cuando el regalo es el resultado de un pedido casi siempre pierde parte de su valor y el placer que es capaz de dar, mientras que cualquier cosa motivada por una solicitud amorosa conserva íntegra su capacidad de hacer feliz.
El amor se adelanta a las necesidades y a los deseos
El amor nos lleva a atender un deseo o a satisfacer una necesidad antes de que el otro nos la pida. No esperamos a que nos diga qué es lo que quiere: detectamos lo que necesita o desea y, procurando quitar los obstáculos del camino, satisfacemos esa petición oculta.
El amor en el corazón es lo que nos permite descubrir esos deseos más profundos y por eso cuando los materializamos, somos efectivos: podemos recoger lágrimas, generar sonrisas y aliviar el peso del cansancio porque el amor purifica, enaltece y ennoblece cuanto toca.
El amor es la respuesta más sincera
Cuando sólo estamos respondiendo a un pedido podemos hacerlo para no parecer antipáticos, porque sentimos que no podemos resistirnos a la insistencia del otro y tenemos que cumplir o simplemente porque así podemos quitarnos de encima un incordio.
Pero cuando damos algo con amor más allá de la mera disposición a servir, hay un acto sincero que causa una felicidad mucho mayor en el otro y en nosotros mismos. Nos llenamos de buenos sentimientos que nos animan a corresponder con lo mejor que hay en nosotros.
El amor es el mayor regalo del mundo
La mayoría de los dones que Dios nos concede los recibimos sin haberlos pedido y su mayor regalo es el de la Navidad. Dice San Juan que en esto se manifestó entre nosotros el amor de Dios: en que envió a su Hijo Unigénito al mundo para que recibiéramos por él la vida.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados. Si Dios nos amó así, nosotros debemos amarnos unos a otros.
El amor nos impulsa a dar más
La disposición amorosa nos pone en acción y nos impulsa a obrar por el bien con iniciativa propia. Cuando respondemos a una petición, sigue existiendo el riesgo de volver a caer en la indiferencia, pero el amor siempre nos mueve a buscar más por los demás y su felicidad.
Cuando el regalo está inspirado por un motivo de caridad nunca deja de producir una enorme alegría y concede a quien lo entrega abundantes beneficios también, porque cuanto más puro es el amor, más das y más recibes.
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