En su cuenta de Twitter, los obispos estadounidenses indicaron que se unen a la arquidiócesis ortodoxa del país “al ofrecer sus oraciones para que se restaure el Hagia Sofía (Santa Sofía) como un lugar de oración y reflexión para todos los pueblos”.
El 19 de julio, los miembros del sínodo de la Arquidiócesis Greco-ortodoxa de América escribieron que la inauguración de Santa Sofía como mezquita “es un programa de una errada apropiación cultural y espiritual, así como una violación de todos los estándares de la armonía religiosa y respeto mutuo”.
“Pedimos a todos los queridos fieles de esta santa arquidiócesis que observen un día de luto y de claro dolor”, alentaron.
Para expresar el luto, los ortodoxos tocarán las campanas de las iglesias y colocarán a media asta las banderas en sus instalaciones. Finalmente encomendaron “el futuro de nuestra amada” Santa Sofía “a la sabiduría de Dios”.
La Dra. Elizabeth Prodromou, directora de la iniciativa de religión, leyes y diplomacia del Fletcher School of Law and Diplomacy de la Tufts University, dijo a CNA, agencia en inglés del Grupo ACI, que la elección del 24 de julio para inaugurar Santa Sofía como mezquita “está llena de simbolismo”.
Ese día es el aniversario del Tratado de Lausana, firmado en 1923 luego de la derrota del Imperio turco otomano en la Primera Guerra Mundial, que estableció las fronteras de la actual Turquía e incluyó diversas protecciones explícitas para las minorías cristianas.
Con esto, dijo la experta, el presidente de Turquía, Tayyip Erdogan, “afirma indirectamente –pero también muy directamente– que considera Lausana como algo que deber se abrogado”.
También es una señal para los aliados de Turquía en la OTAN y los países hermanos respecto a que el país “no está interesado en seguir en el contexto de los tratados que buscan proporcionar estabilidad y orden a la región”.
El presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, Mons. José Gomez, y el presidente del comité ecuménico del episcopado, Mons. Joseph Bambera, afirmaron en un comunicado el 14 de julio que “por muchos años, este hermoso y querido lugar (Santa Sofía) ha servido como un museo donde las personas de todos los credos pueden venir y experimentar la sublime presencia de Dios. También ha permanecido como un signo de buena voluntad y coexistencia pacífica entre cristianos y musulmanes, y como expresión de los deseos de la humanidad de unidad y amor”.
Edward Clancy, director de divulgación en la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) en Estados Unidos, dijo el 17 de julio que “la pérdida de este lugar privilegiado de encuentro interreligioso es incalculable”.
“Convertir el Hagia Sofía en mezquita también envía un doloroso mensaje a los cristianos en todo Medio Oriente, que han sufrido persecución y ‘limpieza’ cultural a manos del Estado Islámico y otros grupos islamistas”, agregó.
Esta decisión, alertó Clancy, “refleja la ambición de Turquía de recapturar la gloria otomana y el poder en la región, una postura agresiva que se evidencia en las incursiones militares del país en Siria e Irak, que desestabilizan una región ya volátil que sigue siendo un campo de batalla de intereses políticos y valores religiosos”.
La Basílica de Santa Sofía se construyó en el siglo VI por orden de Justiniano I, emperador del Imperio Romano de Oriente, sobre construcciones anteriores de la época de Teodosio II y de Constantino I.
En 1453, tras la conquista Otomana de los últimos restos del imperio, la basílica se convirtió en mezquita. En 1935, tras unos años cerrada, fue transformada en museo como símbolo de la nueva república turca en contraposición al desaparecido imperio otomano.
El presidente Erdogan, de ideología islamista, no escondió nunca su intención de devolver el culto islámico a la basílica como parte de sus planes de revitalización de Turquía como nación islámica.
La decisión se adoptó el pasado 10 de julio después de que la justicia turca declarara ilegal la transformación del templo en museo.
Para la consagración del templo al culto islámico se cubrirán los mosaicos cristianos bizantinos que representan a Cristo Pantocrator y a la Virgen María. Estos ya estuvieron ocultos durante siglos bajo una capa de cal.
Por el momento, los trabajos se centrarán en encontrar un sistema que permita ocultar temporalmente un mosaico de la Virgen con el Niño acompañados por el arcángel San Gabriel que se encuentra en la semi bóveda del ábside principal de la basílica, justo encima del mihrab que señala la dirección a la ciudad de la Meca y desde donde el imam dirigirá el rezo.
Traducido y adaptado por Walter Sánchez Silva. Publicado originalmente en CNA
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