Desde el pasado 17 de agosto la capital de Ecuador ha abierto las puertas de varias de sus iglesias (al menos 60 parroquias lo hicieron ese día) bajo estrictos protocolos de bioseguridad para que los fieles puedan volver a misa de manera presencial (ya no solo con la posibilidad de hacerlo a través de las nuevas tecnologías).
El primer templo en hacerlo fue la propia Catedral Primada de Quito y quien la presidió fue el arzobispo Alfredo Espinoza Mateus.
En el caso particular de Quito –se informa desde la Arquidiócesis– las celebraciones no tienen una duración mayor a 30 minutos y se realizan con aforo reducido.
Y este domingo 23 de agosto, el primero con esta posibilidad luego de cinco meses, no fue uno más en Quito.
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