“La caridad cristiana no es simple filantropía sino, por un lado, es mirar al otro con los mismos ojos que Jesús y; por el otro, es ver a Jesús en el rostro del pobre”, dijo el Papa en su reflexión de introducción al Ángelus del domingo 23 de agosto de 2020.
“Es indispensable y loable que la pastoral de nuestras comunidades esté abierta a las muchas pobrezas y emergencias. La caridad es siempre la vía maestra de la perfección. Pero es necesario que las obras de solidaridad no desvíen del contacto con el Señor Jesús”, afirmó.
El Papa basó su reflexión en el Evangelio de este domingo (cfr Mt 16,13-20) que presenta el momento en el que Pedro profesa su fe en Jesús como Mesías e Hijo de Dios. Los ‘chismes’ de esa época sobre Jesús, no fueron escuchados por el discípulo.
“Hoy, escuchamos dirigida a cada uno de nosotros la pregunta de Jesús: “¿Y vosotros quién decís que soy yo? Se trata de dar una respuesta no teórica, sino que involucra la fe, es decir la vida, ¡porque la fe es vida!
Una respuesta que nos pide también a nosotros, como a los primeros discípulos, la escucha interior de la voz del Padre y la consonancia con lo que la Iglesia, reunida en torno a Pedro, continúa proclamando.
Se trata de entender quién es para nosotros Cristo: si Él es el centro de nuestra vida y el fin de todo nuestro compromiso en la Iglesia y en la sociedad”. ¿Quién es Jesucristo para ti?, una respuesta que cada uno debe dar.
El Pontífice instó a mirar al otro, al pobre, al necesitado, con los mismos ojos de Jesús: “es ver a Jesús en el rostro del pobre”.
En este sentido, pidió que María Santísima, beata porque ha creído, sea “para nosotros guía y modelo en el camino de la fe en Cristo, y nos haga conscientes de que la confianza en Él da sentido pleno a nuestra caridad y a toda nuestra existencia”.
El Obispo de Roma exhortó a pedir la “gracia” de reconocer quien es Jesús. El Hijo de Dios quiere construir su Iglesia, es decir su Comunidad.
El Pontífice se asomó como de costumbre a la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano para presidir la oración dominical y bendecir a los fieles que le clamaban desde la Plaza de San Pedro.
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