¿Por qué la jubilación supone un nuevo desafío para la pareja?

Muchos cruzan en pareja el umbral de la jubilación llenos de entusiasmo y de proyectos en común. Esta etapa puede ser la ocasión de un rejuvenecimiento del matrimonio.

La prolongación de la esperanza de vida y los fulgurantes progresos de la medicina han pospuesto la vejez, dejando a las parejas de jubilados con unos hermosos años por delante. Pero el reencuentro después de tantos años de gestionar cada uno sus asuntos no es siempre un camino de rosas.

Mientras la jubilación es una ilusión lejana, la maquillamos como un hermoso sueño. Sin embargo, llegado el momento, a veces se convierte en desilusión: esta fase que esperábamos como la plenitud de la vida en pareja y la recompensa después de tantos años de esfuerzos y sacrificios termina marcando el final de las esperanzas.

“Antes estaba muy ocupado, pero ahora mi marido no tiene ganas de hacer nada. Y a mí que me emocionaban los mil proyectos que hacer juntos…”, lamenta Diane.

Un problema conyugal común a muchos jubilados es esta diferencia de gustos que estalla el gran día en que la pareja se reencuentra cara a cara. Redescubrir al cónyuge incluye un paquete de sufrimientos, heridas y decepciones cuando hemos dejado que se ahonde la brecha entre los dos. Cuando los esposos se han dormido viviendo dos vidas paralelas, se despiertan como unos perfectos extraños.

La presencia de los niños disimula a veces las heridas de una pareja que ya no sabe comunicarse. En cuanto cae el camuflaje, surge el desconcierto. “Para mantener una buena salud de pareja, ambos deben mantener el diálogo”, opina Marie. ¿Y si la jubilación fuera una oportunidad para refrescar un matrimonio que hasta ahora había estado acaparado por el trabajo y los niños?

En el día a día

Cuando ambos han velado por mantener la pequeña llama conyugal, este cambio vital será más suave. “Estoy como una recién casada”, se maravilla Simone, aún sorprendida de encontrar por las mañanas a su marido en casa. “Cuando trabajaba, siempre estaba de viaje y tenía poco tiempo para dedicarlo a la vida familiar”. Y sonríe diciendo: “Siempre hemos hablado con facilidad los dos. Hemos remado juntos en la misma dirección, aunque fuera difícil a menudo viéndonos tan poco”.

La jubilación permite a la pareja volver a conocerse, enriquecida por todo un pasado en común y fortalecida por las pruebas superadas juntos. Desde que ha dejado su empleo, Pierre mira a su esposa con otros ojos: “Hemos vivido un largo camino juntos y ahora tengo ganas de rejuvenecer nuestro amor. Es una búsqueda permanente, de pequeños cuidados cotidianos y muchas oraciones. Por eso pido a diario a Dios que regenere nuestro matrimonio”.

Cuando el amor se reconstruye

Esta ternura conyugal es para muchas parejas una revelación, como si la aceptación de “salir del circuito” hiciera evolucionar a los esposos hacia una entrega más auténtica y más íntima. Con la mano sobre el brazo de su compañero, Joëlle confiesa: “Cuarenta y tres años de vida común han madurado profundamente nuestro amor: hoy nos conocemos como la palma de nuestra mano, cada uno acepta al otro con sus líos de salud, sus arrugas y su pelo blanco”.

La jubilación se abre como un tiempo privilegiado para la pareja, un tiempo en que acoger al otro tal y como es, honestamente, un tiempo para hablar abiertamente y perdonarse. Pero no un perdón con la boca pequeña, sino con una auténtica compasión que genera alegría. La alegría de ver regresar e incluso reconstruirse el amor. Y es que el perdón libera y también construye. Al levantar los bloqueos, devuelve la paz y, con ella, un clima favorable para crecer juntos en el amor. Amar es perdonar. Y perdonar es construir.

Pascale Albier

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