El Santo Padre puso de ejemplo de esta evangelización en las periferias a la Asociación “Lázaro”, de Francia, una iniciativa que cumple 10 años y que se ha extendido por varios países.
La Asociación “Lázaro” promueve pisos compartidos no mixtos en los que conviven jóvenes con personas sin hogar, con ancianos o con personas desfavorecidas.
El Pontífice recibió este sábado 28 de agosto en el Vaticano a una representación de esta asociación con motivo de su décimo aniversario y les recordó que su labor es más importante que nunca “en un entorno lleno de indiferencia, de individualismo y de egoísmo”.
“Doy gracias a Dios por la bella experiencia que realizáis mediante la convivencia y la fraternidad vividas en lo cotidiano. Tenéis una oportunidad de ser, no sólo para vosotros, sino para todo el mundo, un escaparate de amistad social que todos nosotros estamos llamados a vivir”, dijo el Papa.
Aseguró que “en un entorno lleno de indiferencia, de individualismo y de egoísmo, vosotros nos hacéis comprender que los valores de una vida auténtica se encuentran en acoger las diferencias, en el respeto de la dignidad humana, en el escuchar, en atender a los demás y en el servicio a los más desfavorecidos”.
“En sociedad podéis sentiros aislados, rechazados y sufrir la exclusión. Sin embargo, no bajáis los brazos, no os rendís jamás. Seguís adelante cultivando en los corazones la esperanza de una alegría contagiosa”.
El Papa Francisco subrayó que el testimonio de vida ofrecido por los miembros de la Asociación “Lázaro” “nos recuerda que los pobres son verdaderos evangelizadores”.
El Santo Padre los invitó “a permanecer firmes en vuestras convicciones y en vuestra fe. Vosotros sois el rostro del amor de Cristo. Por lo tanto, esparzan a su alrededor este fuego de amor que calienta los corazones fríos y áridos”.
Les pidió que no se contenten “únicamente con una vida de amistad y de compartir entre los miembros de vuestra asociación. Id más allá. Atreveos a compartir el amor donado y recibido gratuitamente. Acudid a las periferias que, con frecuencia, están llenas de soledad, de tristeza, de vacíos interiores y de pérdida del gusto por la vida”.
“Con vuestras palabras y vuestros gestos, aplicad el oleo del consuelo y de la curación sobre los corazones doloridos”, invitó.
“Me gustaría decirlo de nuevo: Dios os ama, sois unos privilegiados. Así que no os dejéis robar la alegría de vivir y de hacer vivir a los demás”, concluyó el Papa Francisco.
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