Así se quejaban ante los guardias que retenían los vehículos con asistencia de emergencia para las víctimas del deslave en Mérida, Venezuela
En las guerras más cruentas y hasta los dictadores más sanguinarios han dejado siempre una ruta abierta a la ayuda humanitaria en situaciones límite. Cruz Roja Internacional y las organizaciones de asistencia humanitaria consiguen rutas o corredores en medio del fragor de los enfrentamientos para llegar a la gente afectada. El caso de Venezuela es diferente.
Muy importante es que el mundo sepa lo que está ocurriendo en Venezuela, que pueda tomar nota, seguir las incidencias y condenar una inhumanidad sin parangón.
Las horas siguientes a la tragedia ocurrida en las montañas de Mérida –Andes venezolanos- la Iglesia católica, una vez más, se movilizó de inmediato. Con el obispo al frente, comenzó un operativo de ayuda y acompañamiento a las familias que todo lo perdieron. Y no ha parado. Llegaron antes que nadie a los lugares más destruidos. Cáritas respondió en el acto y comenzaron a aparecer donativos para la asistencia de lo más elemental a las comunidades.
Rápidamente seleccionaban, organizaban, cargaban los camiones y salían, en medio de la lluvia y sorteando toda clase de obstáculos, hasta las zonas más devastadas. Pero hubo un obstáculo peor.
“Órdenes superiores”
La Guardia Nacional se dio a la tarea de retener las caravanas con ayuda, ropa, medicinas, alimento. Todo debía esperar, como si la gente estuviera para esperar. “Son órdenes superiores”, era su excusa. ¿Cuáles órdenes podían interponerse en el paso de ayuda de emergencia?. La gente no podía creerlo. ¿Dónde tenía el corazón aquellos seres? ¿Cómo es posible, ante una tragedia de esa magnitud, semejante comportamiento?
“Órdenes superiores” es el estribillo de todo militar que, tal como sostenía Geoffrey Regan en su “Historia de la Incompetencia Militar” -un clásico de las escuelas castrenses que parece no haber pasado por la psicología de los nuestros- resulta una patética excusa de “la plétora de estúpidos guerreros que, vistiendo los uniformes de todas las naciones y al frente de ejércitos, flotas y fuerzas aéreas, han enviado a centenares de miles de hombres a morir innecesariamente por culpa de su incompetencia”.
Gentileza
La Iglesia dando el frente
Los tuits condenando el asunto no se hicieron esperar: “La GNB, como para variar, poniendo trabas al desplazamiento de la ayuda que envía la Iglesia a las zonas necesitadas en Merida”.
Monseñor Ulises Gutiérrez, arzobispo de Ciudad Bolívar, publicó, espantado por la situación:
“Insólito y criminal lo que sucede en la alcabala de la Victoria, Edo. Mérida: la GNB no deja pasar la ayuda humanitaria a Sta. Cruz de Mora, Tovar y pueblos afectados por la vaguada. Ni la ayuda de Cáritas ni de particulares”. Y reiteraba: “Es un crimen de lesa humanidad impedir el paso de la ayuda humanitaria a los damnificados por la vaguada en el Valle de Mocotíes, Mérida, por parte de la GNB. Esta situación debe ser solventada de inmediato y suspender de su cargo a los responsables”.
Un sacerdote merideño grabó este video que se hizo viral:
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