En su cuenta de Twitter, el Santo Padre escribió: “San Agustín decía: ‘Tengo miedo de que Jesús pase y no me dé cuenta’. Es importante estar vigilantes, porque un error de la vida es el perderse en mil cosas y no percatarse de Dios”.
El Papa Francisco ya se ha referido antes a San Agustín, de hecho se refiere a él en su exhortación apostólica Christus vivit (Vive Cristo) publicada en marzo de 2019.
“No hay que arrepentirse de gastar la juventud siendo buenos, abriendo el corazón al Señor, viviendo de otra manera. Nada de eso nos quita la juventud, sino que la fortalece y la renueva: ‘Tu juventud se renueva como el águila’ (Sal 103,5). Por eso San Agustín se lamentaba: ‘¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva! ¡Tarde te amé!’”.
San Agustín escribió la frase citada por el Papa en su libro “Confesiones”, en referencia a la edad en la que se convirtió a la fe católica, pues tenía más de 30 años.
En su exhortación, el Papa Francisco también se refiere a la sana inquietud “insatisfecha” especialmente en los jóvenes, que es además “la característica de cualquier corazón que se mantiene joven, disponible, abierto. La verdadera paz interior convive con esa insatisfacción profunda. San Agustín decía: ‘Señor, nos creaste para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti’”.
Agustín de Hipona nació el 13 de noviembre del año 354 en la ciudad de Tagaste, ubicada al norte de África, en lo que hoy sería Argelia. Sus padres fueron Patricio, un ciudadano romano, y Santa Mónica, una mujer cristiana de probada virtud que se caracterizó por su abnegación y perseverancia, rezando y luchando por la conversión de su esposo y de su hijo, Agustín.
Durante su juventud, Agustín se entregó a una vida libertina, dada a los placeres mundanos. Convivió con una mujer durante catorce años, con la que tuvo un hijo de nombre Adeodato, que murió muy joven.
San Agustín de Hipona fue obispo, filósofo y teólogo. Es el santo patrono de "los que buscan a Dios”. Fue un brillante orador y es autor de una vasta cantidad de obras, sermones, reflexiones y libros como las “Confesiones” y "La ciudad de Dios".
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