El Papa Francisco había autorizado la publicación del decreto que reconoce el martirio de estos cuatro siervos de Dios en febrero de 2020.
En un comunicado publicado el 27 de agosto, los obispos salvadoreños compartieron su alegría por la beatificación y dieron a conocer que será presidida por el Cardenal Gregorio Rosa Chávez, Obispo Auxiliar de San Salvador, designado por el Papa Francisco como Delegado especial para esta ocasión.
“Damos gracias a Dios y al Papa Francisco por ese inmenso don, la elevación a los altares de estos cuatro mártires de nuestro país, Rutilio, Nelson, Manuel y Cosme. Invitamos a todos a prepararnos de la mejor manera para vivir con fruto ese gran acontecimiento”, indicaron los obispos.
El sacerdote jesuita Rutilio Grande nació el 5 de julio de 1928 en El Paisnal en El Salvador. Ingresó al seminario en 1941. Fue formador en el Seminario de San José de la Montaña de San Salvador y rector del Externado de San José.
El 24 de septiembre de 1972, el P. Grande se convirtió en párroco de Aguilares, la misma parroquia donde pasó su niñez y juventud. Allí fue uno de los jesuitas responsables de establecer las comunidades eclesiales de base (CEBs) y de entrenar a los líderes, los llamados "Delegados de la Palabra".
El 12 de marzo de 1977, el padre Grande iba en un auto acompañado por Manuel Solorzano, de 72 años, y Nelson Rutilio Lemus, de 16, a celebrar Misa en la parroquia de El Paisnal, cuando fueron emboscados y ametrallados.
Al saber de los asesinatos, Mons. Óscar Romero fue al templo donde estaban los tres cuerpos y celebró la Misa. A la mañana siguiente el Arzobispo anunció que no iría a ningún acto oficial hasta que se investigara las muertes, algo que no se realizó.
Fray Cosme Spessotto nació el 28 de enero de 1923 en Mansué, Italia. En 1950 partió de Génova a El Salvador. En el país centroamericano construyó una iglesia y fundó la escuela parroquial para más de mil niños.
En muchas ocasiones la iglesia de San Juan Nonualco, donde fue párroco 27 años, quiso ser tomada tanto por la guerrilla como por las fuerzas armadas salvadoreñas, algo que el sacerdote no permitió por lo que empezó a recibir amenazas anónimas.
Fue asesinado en la iglesia de San Juan Nonulaco el 14 de junio de 1980 mientras rezaba antes de celebrar Misa.
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