La homenajeada pertenece a las Hermanas Franciscanas Misioneras de María Inmaculada, quienes desde 1998 realizan su labor en Bamako, la capital de Malí, a donde se desplazó el pasado mes de marzo la ministra de Defensa, Margarita Robles.
La hermana Fernández está destinada en Malí desde el año 2020, a donde llegó tras una breve estancia en Burkina Fasso. Allí atiende un centro de salud en Kulikoro, a 60 kilómetros de Bamako, y colabora con labores administrativas de la Congregación en la capital.
En declaraciones a Obras Misionales Pontificias, la misionera explica su labor tres días por semana: “Paso consultas de medicina general, hago ecografías obstétricas y, cuando puedo, colaboro con mi compañero médico en cesáreas”.
La atención a la mujer y su promoción son esenciales en esa región. La hermana Fernández explica que “el papel de la mujer es fundamental en la vida familiar del país”.
Sin embargo, lamenta que “allí la mujer está relegada como a un segundo plano” y que no sale de ese ámbito ni se escucha su voz.
A través de la formación en Corte y Confección, Peluquería y Estética y Pastelería, las misioneras pretenden “que tomen conciencia de su dignidad de hijas de Dios, que decidan por sí mismas y que sean autónomas también en lo económico”.
Las jóvenes a las que ayudan y viven en una residencia, casi un centenar, tienen entre 15 y 21 años. Las más mayores, que acuden a un centro de promoción donde estudian, llegan a los 30.
Predicar con el ejemplo
Malí es un país de mayoría musulmana, lo que se refleja en la fe de la mayoría de las chicas de su residencia. Así que la labor misionera se realiza de manera fundamental con el ejemplo: “No es que vayamos a hacer proselitismo. Acogemos a todas las chicas, independientemente de su religión”, explica la religiosa española.
“Tratamos de predicar con el ejemplo, aunque no renunciamos al anuncio explícito para aquellas que son católicas, por supuesto. Como dice San Pablo, a tiempo y a destiempo”, añade.
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