Se trata de un grupo de aficionados a los caballos y mulas que suelen realizar cabalgatas en distintos lugares de la provincia de Catamarca, y esta vez emprendieron la aventura de llegar al norte de Córdoba llevando la imagen del “Padre Esquiú”, como protector en el camino.
Los jinetes atravesaron las Salinas Grandes de Córdoba hasta llegar a la localidad cordobesa de Serrezuela.
Para la ocasión, se vistieron con la indumentaria y los ornamentos tradicionales de los paisanos catamarqueños: botas, bombachas, sombrero, poncho y guardamontes.
Así lo detalló uno de los peregrinos, Néstor Lejtman, al portal Fray Mamerto Esquiú, y aseguró que la hazaña tenía un doble propósito. Por un lado, querían homenajear la ruta que sus ancestros utilizaban para comerciar y comunicarse entre ambas provincias.
En segundo lugar, deseaban proponer nuevas alternativas para el turismo de aventura, con rutas que llevan a pueblos que han sido “olvidados” por encontrarse lejos de los centros urbanos.
Para hacerlo, se inspiraron en la fe y el empuje de los “gauchos brocherianos”, que hacen cabalgatas en peregrinación desde Serrezuela a Villa Cura Brochero, en Córdoba.
“Nosotros, los catamarqueños, llevaremos desde Catamarca una imagen de nuestro Beato Fray Mamerto Esquiú para que sea entronizada en la iglesia del pueblo y sea venerada por los fieles".
"Tenemos conocimiento de que esa iglesia no tiene la imagen del Beato Esquiú”, expresó Lejtman antes de partir.
Con esa misión salieron desde Catamarca y el objetivo se cumplió: el domingo 16 de julio, la imagen del Beato Esquiú fue recibida por el intendente del pueblo, Ricardo Martín.
El párroco de la parroquia El Salvador, P. Juan Ignacio, celebró una Misa para los peregrinos, que pidieron la intercesión del Santo Cura Brochero para la pronta canonización de Esquiú.
Los peregrinos también dejaron una imagen del beato en la capilla de la localidad de La Batea, que fue el primer poblado de la provincia de Córdoba al que llegaron camino a Serrezuela.
Algunos de los integrantes del grupo hicieron la travesía a lomo de mula, buscando “recuperar la importancia que tuvo en otros tiempos” cuando se utilizaba para los trabajos más duros y más arriesgados.
“En esta pequeña gesta queremos reconocer a este tremendo animal que fue olvidado y tal vez desmerecido en algún momento”, resaltó Lejtman.
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