Su nombre en español se deriva de las palabras en inglés Natural Procreation Tecnology, que se apocopan como NaProTecnology. Se trata de un método desarrollado por el ginecólogo americano Thomas Hillgers desde los años 80.
La Naprotecnología trabaja el diagnóstico y tratamiento de las causas de la infertilidad de la mujer y el hombre, en colaboración con ambos y nunca sustituyendo la fertilidad natural.
Para poder aplicarlo, es necesario un amplio estudio previo de los ciclos ovulatorios de la mujer mediante la observación del moco cervical y una graficación de biomarcadores. Este estudio supone una evolución del Método Billings.
Si bien es la mujer la que hace las observaciones, se recomienda que sea el hombre quien lleve la gráfica, de tal forma que todo el proceso es común, puesto que la fertilidad necesita de ambos.
Sobre la base de los marcadores y el resultado de diferentes pruebas diagnósticas, el médico va proponiendo tratamientos tanto a la mujer como al hombre, que pueden llegar al empleo de técnicas quirúrgicas que casi han caído en desuso.
Todo ello, sin recurrir a la reproducción asistida, que no es lícita según la visión antropológica y trascendente del ser humano que enseña la Iglesia Católica.
Preparar el cuerpo “sin hacer trampas”“La Naprotecnología es un entrenador personal que te prepara el cuerpo con el objetivo de estar en la mejor disposición para correr una maratón, pero sin hacer trampas”, explica a ACI Prensa un matrimonio que prefiere mantener el anonimato.
“Sea cual sea el resultado, sabes que has actuado con dignidad, sin hacer daño a tu cuerpo, consciente de que no tienes derecho a ‘ganar’ un bebé, que es un regalo del Cielo, y respetando las enseñanzas de la Iglesia”, subrayan.
Preguntados por qué consejo darían a Tamara Falcó y a Íñigo Onieva, sugieren: “Hay que vivirlo como algo de los dos, una oportunidad maravillosa de comunicación y con mucho abandono en Dios".
"El proceso puede ser duro, en ocasiones a nivel físico, psicológico y espiritual”, añaden.
Doctrina sobre la fecundación humanaAlgunos de los principales documentos de la Iglesia Católica sobre esta cuestión son las encíclicas Humanae vitae y Evangelium vitae, y la instrucción Donum vitae de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
En el pronunciamiento doctrinal, se hace hincapié en que los valores fundamentales en este campo son dos: "La vida del ser humano llamado a la existencia y la originalidad con que esa vida es transmitida en el matrimonio”.
Además, se recuerda el principio general según el cual todo ser humano ha de ser respetado "de modo absoluto desde el momento mismo de la concepción”.
Respecto del acto procreador, se especifica que “presupone la colaboración responsable de los esposos con el amor fecundo de Dios”. Por ello debe realizarse “en el matrimonio mediante los actos específicos y exclusivos de los esposos".
Formas ilícitas de fecundaciónLa Iglesia Católica rechaza la fecundación in vitro porque requiere “formar y destruir innumerables embriones”, más allá de que elimina el acto unitivo entre los esposos.
Por otro lado, el Magisterio se opone a la fecundación con material genético ajeno a los padres.
A su juicio, es contraria a la unidad de los esposos, a su dignidad y a su vocación. Además, socava el "derecho de los hijos a ser concebidos y traídos al mundo en el matrimonio".
En este sentido, rechaza "la fecundación de una mujer casada con el esperma de un donador distinto" y el uso de un óvulo no procedente de la esposa junto al semen de su marido.
Por otro lado, estima injustificable "la fecundación artificial de una mujer no casada, soltera o viuda", sea quien sea el donante.
La Iglesia también condena la maternidad por sustitución o subrogada y la fecundación artificial con gametos de los esposos.
Donum vitae refiere una directriz que es de perfecta aplicación a la técnica escogida por Tamara Falcó:
“El médico está al servicio de la persona y de la procreación humana: no le corresponde la facultad de disponer o decidir sobre ellas".
En consecuencia, "el acto médico es respetuoso" con la dignidad de las personas cuando ayuda a cumplir las dimensiones del abrazo conyugal. Esto incluye tanto facilitar su realización como que consiga su fin.
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