El equipo español celebró el centenario de su fundación visitando al Pontífice, quien en su discurso exhortó a los deportistas a mantener siempre la “dimensión ‘amatorial’, de amateur”, aunque les cueste “mucho trabajo”.
“Cuando el deporte, en este caso el de ustedes, pierde esta dimensión ‘amatorial’, de amateur, no tiene sentido, se transforma en una cosa comercial o simplemente aséptica, sin pasión. Conserven, por favor, esta mística ‘amatorial’. No pierdan nunca la dimensión de amateur”, agregó el Santo Padre.
A los jugadores dirigidos por el técnico Rafael Benítez, el Papa Francisco les reiteró que el deporte es motivo “para redescubrir y fomentar muchos valores de nuestra sociedad”.
“Si se han dado cuenta, sus colores son los de la Virgen Inmaculada y también los de la camiseta argentina, casi como si nuestra Madre se hubiese querido engarzar entre las dos orillas de este gran océano que más que separarnos, nos ha unido para que no la olvidemos”, afirmó el Papa ante los jugadores del club gallego.
Carlos Salvador Herrera, director comercial del Celta de Vigo, le regaló al Papa una camiseta del equipo. “Don Carlos me decía en su carta que también él tuvo que cruzar el Atlántico para formar una familia; como tantos otros, seguramente contempló en la lejanía esa bandera blanquiceleste que desde la capitanía del puerto de Vigo los despedía”, expresó el Papa.
Vencer desde la humildadDe esta manera, recordó los lazos migratorios comunes de las sociedades argentina y gallega, así como la fe, la devoción a la Virgen María y a la cruz de Santiago, muy presentes también en los símbolos del equipo.
“Tanto en el estadio como en la vida, vuestras armas, como la cruz de Santiago que los preside, son esos pequeños gestos a los que a veces no damos importancia: es vencer desde la humildad, trabajar en equipo sin confiarse en las propias fuerzas, comprendiendo que la victoria es de todos. Importante ese trabajo en equipo: cuando en el mundo del deporte no se trabaja en equipo, pierden todos”, sostuvo el Papa Francisco.
Y en este sentido, explicó que “el otro, más que un oponente digno de respeto, es siempre un amigo bienvenido. Si nuestro juego y nuestra vida, coherentes entre sí, dan ese ejemplo, seremos capaces de transmitir, no la pasión a unos colores que excluyen, sino el amor a lo que representan”.
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