Con el título “10 mil personas murieron esperando”, la columna publicada en el Diario Concepción alerta sobre la injusticia del sistema sanitario que no atiende a los pobres.
Durante los primeros cuatro meses de este año han muerto en Chile 9.139 pacientes del sistema público, mientras esperaban la consulta con un especialista médico.
En la pandemia, muchos de los diagnósticos y tratamientos se pausaron o recibieron una atención deficiente. Esto afectó en especial a pacientes de enfermedades oncológicas y cardiovasculares, quienes hoy constituyen el mayor porcentaje de mortalidad.
Si se suman los pacientes de listas de espera quirúrgicas y odontológicas, la cifra de fallecidos se eleva a más de 10.000 personas.
Una “dramática situación”Al respecto, Mons. Chomali señaló: “Hace años que se sabe que la capacidad del sistema hospitalario no da abasto para atender las necesidades médicas de la ciudadanía”.
“Así es que como una noticia más, en medio de tantas desgracias que nos abruman, pasó el hecho de que 10 mil personas murieron esperando una cirugía en el cuatrimestre pasado. En esa lista de espera sólo hay pobres”, indicó.
Asimismo, observó que se trata de “los mismos que carecen de recursos para una vivienda digna, tienen pensiones miserables después de una larga vida de trabajo y están atentos a los subsidios porque tienen dificultades para encontrar trabajo, darles una buena educación a sus hijos y vivir en lugares seguros”.
“Si hubiesen tenido recursos, el desenlace hubiese sido otro”, consideró el Arzobispo.
“A la muerte de una persona, se suma la frustración de la familia y la indiferencia y frialdad de la sociedad”, lamentó.
“Este hecho debiese cuestionar en lo más profundo las políticas públicas en salud, la distribución del personal médico y los recursos materiales y, sobre todo, la verdad y el significado de la medicina”, opinó. “Pero sobre todo el modelo económico que nos rige”.
“Por una parte vemos en los medios de comunicación y las redes los excesos de unos pocos, y por otro, la carencia de los muchos”, subrayó.
Entre las causas de esta “dramática situación” enumeró “la mercantilización de los servicios médicos —que se hable por ejemplo de usuarios y clientes y no de pacientes—, el hecho de ser servicios que se transan en el mercado como una mercancía según la ley de la oferta y la demanda, sumado a la escasa conciencia que sobre los conocimientos grava una hipoteca social”.
“Al final el Estado hace lo que puede y, por cierto, con la mejor voluntad, pero está colapsado”, reconoció, destacando el trabajo del sistema de salud en Chile durante la pandemia.
Sin embargo, señaló que “es incapaz de responder, con los recursos de que dispone, las apremiantes exigencias de la gran mayoría de los habitantes de Chile que no tienen acceso a los sistemas de salud privados”.
Allí, aseguró el Prelado, “hay una gran injusticia que no se puede seguir arrastrando".
En esa línea, recordó que "ser atendido es un derecho humano fundamental" que no puede estar subordinado a factores económicos, sociales o políticos.
Por eso, llamó a “activar con fuerza todos los estamentos de la sociedad y emprender el camino hacia la equidad en el derecho a ser cuidado”, poniendo en el centro del debate “la dignidad de la persona humana, la justicia y los principios de subsidiariedad, solidaridad y sobre todo de fraternidad”.
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