Cuál es el origen
ideológico totalitario del actual feminismo radical de género al
servicio del nuevo orden mundial?
Por Carlos Alvarez Cozzi
Muchos incautos expresan que están de
acuerdo con el feminismo porque afirman que el mismo busca la igualdad de
derechos entre la mujer y el hombre pero ignoran cual es el cangrejo que está
debajo de la piedra.
Expliquemos en qué consiste el feminismo
radical de género y cuál es su origen ideológico histórico para apreciar lo
diabólico de sus propósitos y la utilización y bastardeo que hace de los
legítimos derechos de las mujeres.
1)
Es feminismo de género es una violenta
pervesión del feminismo original.
“El feminismo de equidad es sencillamente
la creencia en la igualdad legal y moral de los sexos.Una feminista de
equidad quiere para la mujer lo que quiere para todos: tratamiento justo,
ausencia de discriminación. Por el contrario, el feminismo del ‘género’
es una ideología que pretende abarcarlo todo, según la cual la mujer
norteamericana está presa en un sistema patriarcal opresivo. La
feminista de equidad opina que las cosas han mejorado mucho para la mujer; la
feminista del ‘género’ a menudo piensa que han empeorado. Ven señales de
patriarcado por dondequiera y piensan que la situación se pondrá peor. Pero
esto carece de base en la realidad norteamericana. Las cosas nunca han estado
mejores para la mujer que hoy conforma 55% del estudiantado universitario,
mientras que la brecha salarial continúa cerrándose.”
2)
Es una manipulación del feminismo
promovida desde la ultraizquierda.
Ese feminismo de género, profundamente materialista y promovido
inicialmente desde la extrema izquierda, quiso aplicar la tesis marxista de la
lucha de clases a las relaciones sexuales, tal como explicaba una de las
creadoras del feminismo radical, Shulamith Firestone (1944-2012). En su libro
“La dialéctica del sexo” (1970) bebía directamente del pensamiento de Karl
Marx:
“Asegurar la
eliminación de las clases sexuales requiere que la clase subyugada
(las mujeres) se alce en revolución y se apodere del control de la
reproducción; que se restaure a la mujer la propiedad sobre sus propios
cuerpos, como también el control femenino de la fertilidad humana, incluyendo
tanto las nuevas tecnologías como todas las instituciones sociales de
nacimiento y cuidado de niños. Y así como la meta final de la
revolución socialista era no sólo acabar con el privilegio de la clase
económica, sino con la distinción misma entre clases económicas, la
meta definitiva de la revolución feminista debe ser, a diferencia del primer
movimiento feminista, no simplemente acabar con el privilegio masculino, sino
con la distinción de sexos misma: las diferencias genitales entre los
seres humanos ya no importarían culturalmente.”
3)
El objetivo: acabar con la maternidad;
el medio: el aborto.
Pero ¿cómo acabar con esas diferencias sexuales, si sólo las mujeres pueden
ser madres? Firestone lo tenía claro: “el núcleo de la opresión
femenina hay que buscarlo en sus funciones procreadoras y de crianza.”.
¿Y cuál era la solución que proponía frente a esa opresión? “La
liberación de las mujeres de la tiranía de su biología reproductiva por todos
los medios disponibles”, y esto último incluye el aborto, por
supuesto. Este feminismo de género decía defender a la mujer
desligándola de una facultad exclusivamente femenina -la maternidad- y
enfrentándola a sus hijos, convertidos en simples obstáculos para alcanzar
esa “liberación”, de forma que si hace falta, se les liquida con la aprobación
de la ley y la financiación del Estado. Así se crearon las perversas y
totalitarias bases ideológicas de la legalización del aborto en países
democráticos.
4)
Un proyecto de ingeniería social que se
empezó a aplicar en la URSS.
Esa visión nefasta y materialista de la maternidad y de las relaciones con
los hijos fue promovida inicialmente por el marxismo, al que le interesaba
destruir las relaciones familiares en su concepción totalitaria de la
sociedad. No es casualidad que las dictaduras comunistas fuesen las más
activas promotoras del aborto: el primer país que lo legalizó fue la URSS
en 1920. En Cuba se legalizó en 1965, seis años después de la instauración de
la dictadura castrista. A día de hoy, entre los países que más
desprotegen a los niños por nacer en el mundo están dictaduras comunistas como
China, Corea del Norte, Vietnam y Cuba. La promoción del aborto en
esos países y también en muchos países democráticos ha generado la más absoluta
irresponsabilidad de hombres y mujeres sobre los frutos de su sexualidad, pero
con ciertas diferencias. Y es que las leyes creadas para permitir matar
a los hijos por nacer han sido especialmente beneficiosas para los hombres que
querían desentenderse de su descendencia, al convertir ésta en la consecuencia
de una mera elección de la mujer y, por tanto, exclusiva responsabilidad
suya. Una feminista actual, Cecilia Voss Koch, ha denunciado las
consecuencias del aborto para las mujeres:
“A base de animar a la
sociedad a considerar al hijo de una mujer como una especie de propiedad
desechable, el aborto refuerza la imagen de la propia mujer como una
propiedad disponible y como un objeto sexual reutilizable -un recurso
sexual renovable. No es ninguna coincidencia que el mayor contribuyente
financiero a la causa de los “derechos de aborto” sea la Fundación Playboy.
Cuando el aborto está disponible para todas las mujeres, toda la
responsabilidad masculina para el control de la fecundidad ha sido eliminada. Un
hombre sólo necesita ofrecer a la mujer un dinero para un aborto y eso es todo:
ninguna responsabilidad, ninguna relación, ningún compromiso. Y en eso estamos…
¡recicladas y utilizadas de nuevo!”
5)
Contra las niñas por nacer y las madres
en nombre del feminismo.
Esa legislación perversa ha dado lugar a la matanza de
más de dos millones de niños por nacer en España. Teniendo en
cuenta que algo más del 48% de los recién nacidos en España son niñas,
podríamos concluir que de esos dos millones, más de 960.000 eran niñas
por nacer, asesinadas con el beneplácito e incluso con el aplauso del
feminismo de género. Pero esta matanza de niñas no es el único efecto directo
de las leyes abortistas en las propias mujeres. Hace dos años la Fundación
Madrina denunciaba que nueve de cada
diez mujeres españolas sufren ‘mobbing maternal’ en sus empresas,
de modo que ser madre se ha convertido en un factor de exclusión social
y laboral para la mujer. Y es que la desprotección de los niños por nacer
va ligada a la desprotección de la maternidad. En 2009, durante un debate en el
Parlamento de Galicia, una diputada
socialista favorable al aborto tachó de “ultraderechista” la propuesta de
ofrecer apoyo a las madres embarazadas sin recursos. En febrero
de 2011, cuando el gobierno gallego aprobó definitivamente un plan de ayuda a
la mujer embarazada, el PSOE
descalificó la medida diciendo que pretendía “exportar a Galicia el modelo
familiar de la ultraderecha”. En un tono parecido, pero en este
caso en el Parlamento de Asturias, la izquierda
descalificaba una iniciativa similar entre insultos a las madres,
llegando el PSOE a tachar de “casi ilegal” una iniciativa para apoyar a madres
embarazadas sin recursos, considerando que ofrecerles alternativas al aborto
va “contra el derecho de la mujer a decidir”. Un derecho que,
por lo visto, sólo deja una opción a las madres: abortar.
6)
El siguiente objetivo a destruir: la
familia.
Pero al feminismo de género no le bastaba con cargarse la maternidad para
alcanzar sus objetivos. Esa ideología totalitaria chocaba con la
existencia de una institución social ligada a la maternidad: la familia. En
la citada obra, Shulamith Firestone apelaba nuevamente a Karl Marx para
justificar este proyecto feminista de ingeniería social:
“Marx intuyó la
existencia de algo cuya profundidad escapaba a sus conocimientos, cuando
observó que la familia contenía en sí misma -en embrión- todos los antagonismos
que luego se desarrollarían a mayor escala dentro de la sociedad y el
estado. A menos que la revolución arranque de cuajo la organización
social básica -la familia biológica, el vínculo a través del cual la psicología
del poder puede siempre subsistir clandestinamente-, el germen parasitario de
la explotación jamás será aniquilado. Necesitamos una revolución
sexual mucho más amplia que la socialista y, por supuesto, que la incluya- para
erradicar verdaderamente todos los sistemas clasistas”.
¿Y cómo proponía destruir la familia? Pues recurriendo directamente
a la ciencia-ficción para diseñar una sociedad sin familias:
“La reproducción de
la especie a través de uno de los sexos en beneficio de ambos sería sustituida
por la reproducción artificial… La división del trabajo desaparecería
mediante la eliminación total del mismo (cybernation). Se destruiría
así la tiranía de la familia biológica.“
Nos encontramos ya con un diseño social puramente orwelliano,
que se parece peligrosamente al de la novela “1984” y que, como el comunismo,
pretende subvertir las instituciones naturales de la sociedad a golpe de
ingeniería social, recurriendo a todo tipo de atropellos para lograr
sus objetivos, incluso agredir a las mujeres que no están de acuerdo con
ese proyecto totalitario.
Una ingeniería social que genera opresión, violencia e injusticia
Resulta alarmante
comprobar hasta qué punto estas aberrantes tesis están siendo asumidas por
sociedades como la nuestra, desatando la violencia contra el discrepante, la
violencia contra los niños por nacer y la violencia en el seno de la familia.
En este sentido, tampoco es casualidad que las leyes
basadas en la ideología de género invisibilicen la violencia doméstica que
sufren hombres y niños varones, y que la mera palabra de una
mujer baste para detener a su pareja masculina, dando pie a la presentación de
denuncias falsas y a la utilización de esta ley perversa como un método de
chantaje. Recordemos que en los siete
primeros años de su aplicación, los Juzgados de Violencia sobre la Mujer
recibieron 1.034.613 denuncias, resultando exculpados
826.616 denunciados, el 79,89%. se trata de la única ley, además, en la que
el sexo es un factor a tener en cuenta en el caso de valorar si una denuncia
merece ser considerada o si el culpable es reo de un delito (en el caso del
varón) o de una falta (si es mujer), en una directa violación de la
igualdad ante la ley y del derecho a la presunción de inocencia que proclama la
Constitución. Y a estas agresiones contra derechos fundamentales, igual que
pasa con la más brutal de todas -el aborto, que implica violar el derecho a
vivir-, ya ni siquiera se opone la actual derecha parlamentaria, ya sea por
complejo, por tibieza o por miedo a ser blanco de las iras de personas
violentas como las que ayer agredieron a unas mujeres por discrepar. Con
esta ingeniería social promovida por el feminismo de género no estamos
consiguiendo una sociedad más libre e igualitaria, sino más opresiva, violenta
e injusta. Y ya va siendo hora de decirlo alto y claro.
7) El feminismo radical de género ha
justificado históricamente también a la pedofilia.
Lo que acaba
de leer: (https://latribunadeespana.com/a-fondo/videos/amantes-de-los-ninos-reclaman-sus-derechos-una-relacion-sexual-con-una-menor-de-7-anos-no-debe-ser-condenada-si-es-consentida)
Se trata de una de las mayores monstruosidades
que pueda concebirse. Este es
el Nuevo Orden Mundial hacia el que nos dirigimos. Francia ya ha aprobado la despenalización de la
pedofilida. En España el colecticvo LGTBI persigue idéntico fin.
CONCLUSION: Develado el origen de esta ideología es claro
que el mismo es marxista y pretende dentro del nuevo orden mundial, lograr una
reingeniería social totalmente antinatural. La lucha de sexos (que llaman
géneros) se he entronizado en lugar de la vieja lucha de clases).
En esta guerra no convencional está inmersa la
humanidad, en particular en occidente.
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