Unos 210 millones de niños en el mundo no tienen acceso a agua potable segura y 420 millones no disponen de servicios higiénicos básicos. Lo ha denunciado el Informe “El Agua bajo el fuego” que UNICEF ha lanzado en el ámbito de la Semana Mundial del Agua, dedicada al agua, la paz y los conflictos bélicos.
Es más, según este informe mueren más niños a causa de ingerir agua no potable, muchas veces contaminada, que no a causa de las bombas y los proyectiles. Los conflictos bélicos llevan consigo también roturas de puentes y conductos acuíferos con la consiguiente contaminación de las aguas.
Los 210 millones de niños viven en 15 áreas de extremadamente conflictivas. Estos tienen, dice el informe de UNICEF, cuatro veces más probabilidades de no tener servicios higiénico-sanitarios básicos y ocho veces más probabilidades de carecer de agua potable.
La falta de agua puede ser mortal en los conflictos, más que los proyectiles: los niños menores de 15 años en zonas de conflicto triplican las posibilidades de morir por enfermedades causadas por el mal estado del agua o por falta de servicios higiénico-sanitarios. Pero los niños menores de cinco años tienen veinte veces más probabilidades de morir por falta de agua y servicios higiénico-sanitarios que por la violencia directa.
UNICEF calcula que, de seguir así, en el año 2030, el 80 por 100 de las personas más pobres del mundo vivirán en áreas afectadas por conflictos bélicos. De ahí que la seguridad y la paz van muy relacionadas al desarrollo humano.
Hoy, además, los conflictos afectan cada vez a más personas duran más tiempo que hace diez años y las personas que viven en medio de ellos necesitan ayuda humanitaria por más tiempo. Muchas de ellas se ven obligadas a evacuar, a emigrar de sus tierras en busca de un destino incierto, nada seguro, a veces cayendo en manos de mafias y traficantes. En el año 2018, un total de 70,8 millones de personas tuvieron de emigrar, de las cuales la mitad eran niños.
Los territorios afectados por conflictos, por otro lado, se quedan prácticamente sin infraestructuras y sin conducciones de agua, y con la economía arruinada. Los niños enferman, las escuelas cierran, los hospitales no funcionan, hay muchas enfermedades, malnutrición, las medicinas hay que buscarlas en el mercado negro. Las guerras no matan solo con las armas, sino también con las secuelas que dejan en su interior.
La globalización no hay que verla solo en la economía, sino también en el sufrimiento, en la falta de lo mínimo para la subsistencia de millones de seres humanos y de niños especialmente. ¿Qué futuro espera a estos niños? En los últimos años, informa UNICEF, cada año 120 millones de personas han necesitado de ayuda humanitaria y de protección urgente. No es solo una cifra, detrás esconden a 120 millones de personas que sufren.
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