Muy pronto, la piedad rural se dirigió a los santos. Protegían la vida cotidiana, la salud y la artesanía, el trabajo y las temporadas. La fecha de sus fiestas puntuaba las cosechas, vendimias, plantaciones, etc.
Predecir el clima era una de las principales preocupaciones de esta dura y pobre vida, como lo atestiguan los innumerables dichos que se refieren a este tema. Los santos del calendario se mezclaron entonces con el ritmo de las estaciones.
Una oración para embellecer este temido clima… Aun hoy, podemos invocarlos durante todo el año para pedirles que haya buen tiempo.
De enero a diciembre, aquí están los 12 santos a los que se les reza durante todo el año.
Enero
Para disfrutar de los primeros rayos de sol, reza a san Vicente el 22 de enero. Patrón de los viticultores, el aragonés Vicente de Zaragoza murió en el año 304, martirizado por el emperador Diocleciano. Esta fecha es importante para los viticultores, que cortan sus sarmientos en este mismo momento, aprovechando el buen tiempo que suele haber en los últimos días de enero.
Febrero
¿Te gustaría que el clima fuera agradable? Llama a San Valentín, el 14 de febrero. Sacerdote y médico en Roma, Valentín (siglo III) fue decapitado por no querer renegar de su fe.
En esta fecha, algunas flores ya empiezan a florecer y la fiesta de los Brandones, al comienzo de la Cuaresma, daba la oportunidad de quemar las ramas muertas de los árboles frutales.
Este fue un pretexto para los encuentros juveniles que hicieron de san Valentín el patrón de los enamorados. Eran días a menudo soleados pero muy fríos: “en el día de San Valentín, el almendro florece” y “tal tiempo en el día de San Valentín, tal tiempo en la próxima primavera”.
Marzo
Se pueden anticipar lluvias el día de San Aubin, el 1 de marzo. Aubin (V-VI° c.), obispo de Angers, defendió la región contra las invasiones bárbaras, protegiendo a la gente del campo. Así se convirtió en uno de los principales santos de Anjou, donde muchas iglesias llevan su nombre. Esperemos que el clima sea bueno ese día, porque “si llueve el día de Saint-Aubin, el agua es más cara que el vino”.
Abril
Ruega a San Jorge, Caballero del Frío, el 23 de abril. Príncipe de Capadocia, mártir y patrón de los caballeros, San Jorge (siglo IV) marca un fin de mes frío en el que las perturbaciones atmosféricas son frecuentes. Como San Marcos (25 de abril), San Jorge es temido como un santo “granizador”.
Mayo
El 25 de mayo se pide la ayuda del papa mártir de san Urbano (s. III): “Si llueve en la San Urbano, son cuarenta días de lluvia en que vienen”, pero “el sol en la San Urbano, presagia un año de vino”, dice un dicho francés.
Junio
San Medardo, el 8 de junio, es uno de los santos del tiempo más conocidos en algunos lugares. Según el calendario juliano, san Medardo se situaba el 20 de junio, la víspera del solsticio de verano. Esto explica las numerosas intervenciones solicitadas a este antiguo obispo francés (s. V-VI), ya que las perturbaciones atmosféricas provocan, en esta fecha, tormentas y lluvias.
Julio
Cuando hace mucho calor, debes rezarle a Santiago el 25 de julio. Del 22 de julio al 23 de agosto son los meses de la canícula, apodo de la estrella Sirio, del latín canicula, “pequeña perra”, a menudo representada a los pies de los santos de este período.
Agosto
Después de los meses de sequía, debemos rezar a santa Sabina, cuya fiesta es el 29 de agosto. Esta mártir del siglo II es la patrona de las lluvias.
Setiembre
Para pedir buen tiempo a principios de otoño, hay que pedirle ayuda a santa Edith el 16 de septiembre.
Octubre
“En la San Francisco, llega el primer frío”. El 4 de octubre hay que rezar a san Francisco de Asís (s. XII-XIII), apodado el Poverello, que reina sobre la ecología.
Noviembre
Cuidado con las heladas en el día de Todos los Santos, 1 de noviembre. Hay que rezar a San Martín (11 de noviembre).
Diciembre
Para protegerse de los rayos y truenos en diciembre, reza a santa Bárbara (siglo III), celebrada el 4 de diciembre. Patrona de los artilleros y mineros, fue decapitada por su padre que murió inmediatamente después de ser fulminado por un rayo.
Por Anne-Marie Minvielle
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