Nuestro estilo de vida, nuestro modo de juzgar a los demás debe ser plenamente cristiano, es decir, generoso y lleno de amor, y no sujeto a humillaciones, porque con la misma medida con la que juzgamos seremos juzgados al final de nuestra existencia.
Es esto lo que el Papa destacó, a partir de la lectura del Evangelio de Marcos, en su homilía pronunciada en la Misa en la Casa Santa Marta.
Hoy, la lectura del Evangelio de Marcos (Mc 2, 21-25) presenta ricas frases y consejos de Jesús. El Papa Francisco eligió uno de ellos entre todos, para hacer una pausa y reflexionar en un diálogo constante con los fieles reunidos en la capilla de la Casa Santa Marta.
La medida del estilo cristiano
“Con la medida con la cual mides, serás medido”.
Todos nosotros, afirmó el Papa, tenemos que rendir cuenta a la vida, lo hacemos en el presente y sobre todo, lo haremos al final de nuestra existencia, y esta frase de Jesús “nos dice exactamente cómo será ese momento”, es decir, cómo será el juicio.
Porque – prosiguió Francisco – si el pasaje de las Bienaventuranzas y el análogo capítulo 25 del Evangelio de Mateo nos muestran “las cosas que tenemos que hacer” – el cómo hacerlas, el “estilo con el que tenemos que vivir” – la “medida”, “es lo que el Señor dice aquí”:
“¿Con qué medida mido yo a los demás?
¿Con qué medida me mido?
¿Es una medida generosa, llena del amor de Dios, o es una medida a nivel del suelo?
Y por esa medida seré juzgado, no será otra: aquella, aquella que yo hago.
¿Cuál es el nivel en el que pongo mi vara?
¿Lo puse alto?
Tenemos que pensar en eso. Y esto lo vemos no sólo, no tanto en las cosas buenas que hacemos o en las cosas malas que hacemos, sino en el estilo continuo de vida”.
El Dios que se anonada es el modelo
Cada uno de nosotros – subrayó el Papa – tiene de hecho un estilo, “un modo de medirse a sí mismo, a las cosas y a los demás” y será el mismo que usará el Señor con nosotros.
Por lo tanto – explicó – quien mide con egoísmo, así será medido; quien no tiene piedad y, para trepar en la vida “es capaz de pisotear la cabeza de los demás”, será juzgado de la misma manera, es decir “sin piedad”.
A esto, el Papa contrasta el estilo de vida del cristiano y explica cuál es el modelo:
“Y como cristiano me pregunto: ¿Cuál es la piedra de referencia, la piedra de comparación para saber si estoy en un nivel cristiano, un nivel que Jesús quiere?
Es la capacidad de humillarme, es la capacidad de sufrir humillación. A un cristiano que no es capaz de llevar consigo las humillaciones de la vida, le falta algo. Es un cristiano de pintura o de interés.
Pero, ¿Por qué padre esto? Porque lo ha hecho Jesús, se anonado a sí mismo, dice Pablo: ‘Se anonadó a sí mismo hasta la muerte y la muerte de cruz’. Él que era Dios pero no se aferró a eso: se anonadó a sí mismo. Este es el modelo”.
¿Mundanos, pecadores, empresarios o cristianos?
Y como ejemplo de un estilo de vida definido como “mundano” e incapaz de seguir el modelo de Jesús, el Papa cita las “quejas” que le presentan los Obispos cuando les resulta difícil trasladar a los sacerdotes a las parroquias porque las consideran “de una categoría inferior” y no tan superior como desearían y, por tanto, viven el traslado como un castigo.
Aquí, entonces, es cómo reconocer “mi estilo”, “mi manera de juzgar” – comentó el Papa – por el comportamiento que asumo ante la humillación: “Un modo de juzgar mundano, una manera de juzgar pecaminosa, una manera de juzgar empresarial, un modo de juzgar cristiano”.
Y concluye:
“Con la medida con la cual mides serán medidos ustedes”, la misma medida. Si es una medida cristiana, que sigue a Jesús, en su camino, con la misma seré juzgado, con mucha, mucha, mucha piedad, con mucha compasión, con mucha misericordia.
Pero si mi medida es mundana y sólo uso la fe cristiana – sí, lo hago, voy a misa, pero vivo como un mundano – seré medido con esa medida.
Pidamos al Señor la gracia de vivir cristianamente y sobre todo de no tener miedo a la cruz, a la humillación, porque este es el camino que Él ha elegido para salvarnos y esto es lo que garantiza que mi medida sea cristiana: la capacidad de llevar la cruz, la capacidad de sufrir alguna humillación”.
Gabriella Ceraso – Vatican News.
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