Batnaya es una localidad en el norte de Iraq, a unos 24 km de Mosul. Antes de la llegada del ISIS contaba con 950 familias todas ellas católicas caldeas. La línea del frente entre ISIS y Persmergha pasaba por esta aldea y sin duda fue uno de los lugares más castigados por los combates,por la invasión de los terroristas islámicos y por los bombardeos de tropas de la coalición aliada.
Según el estudio realizado por la fundación Aid to the Church in Need (ACN), después de la liberación de la zona, de las 977 casas sólo diez resultaron ilesas, dos tercios habían sido totalmente destruidas o quemadas. Por eso, aunque los residentes desplazados de Batnaya se reunieran en Pascua del 2017 para celebrar su primera misa, después de más de dos años de ocupación terrorista, el retorno parecía imposible. Durante más de dos años Batnaya fue una ciudad fantasma.
Una familia de pioneros apoyados por el párroco
Hasta el verano pasado. La primera familia apareció el 22 de junio de 2019. Su casa estaba en mal estado, pero Faris Hanna Naamo quería volver. “Después de todo, era mi casa” cuenta a la fundación Aid to the Church in Need. Fue lo suficientemente testarudo como para convencer a su esposa Hana, y junto con sus tres hijos retornaron al pueblo.
“No había electricidad, ni agua corriente… ni vecinos. Incluso algo tan simple como salir a hacer las compras era arriesgado, pues había que desplazarse cinco kilómetros atravesando los puestos de control hasta llegar a la localidad más proxima, Teleskof”, explica Faris.
“¿Testarudo o perseverante?” reflexiona en voz alta el padre Aram Rameel Hanna, párroco de Batnaya, que desde el principio fue un importantísimo apoyo para la familia de Faris.
El matrimonio le está muy agradecido porque aseguran que durante ese tiempo tan terrible no hubo ni un solo día en el que el padre Aram no visitara a su familia:
“No sé qué habríamos hecho sin él. Pasamos por momentos muy duros, en los que costaba creer que todo iría a mejor. Recuerdo que mi hija pequeña, Nour, no tenía amigos con los que jugar, solo tenía a su hermana mayor. Cogía su bicicleta y circulaba por las calles vacías durante todo el día. Me daba pena. Cuando llegaba el padre Aram era un gran regalo para nosotros, nos infundía ánimos. Era un soplo de aire fresco y fortaleció nuestra fe. Gracias a él, pudimos mantenernos firmes.”
El padre Aram insiste, quitándole importancia, que él sólo acudía a tomar una taza de té. Pero es un secreto a voces que este sacerdote, formado en Harvard y que dirigía un centro de ayuda para personas con traumas y trastorno de estrés en la localidad vecina de Alqosh, estaba a punto de irse con una beca para terminar sus estudios, cuando su obispo le pidió que cuidara de Batnaya, así que se quedó.
El Mercado para Retornados gana nuevos clientes
Después de la familia de Faris y Hana hubo otra familia que tuvo el valor de retornar: Ghaliy Nouh Oraha, su esposa Sandra y sus cinco hijos. Regresaron a Batnaya el 25 de septiembre de 2019. Ya eran dos familias. El comerciante Diver Salem pensó que era hora de abrir un negocio y así nació el “Mercado para Retornados”.
La audacia de Diver impresionó al padre Andrzej Halemba, responsable de los proyectos de Oriente Próximo para ACN, en su última visita a Iraq:
“Diver me contó que él había presentido que había llegado la hora, pero no sé cómo podía ni siquiera imaginar que otras familias lo verían también así. Nunca habría sobrevivido con solo dos familias como clientes. Claro que hay familias que se sintieron más seguras al haber una tienda, pero ya han vuelto…!75 familias! Creo que ha sido clara obra de la Providencia, de lo contrario no hubiera funcionado tan bien”.
“Me encontré incluso con un hombre que regresó de Alemania y que estaba esperando a que su esposa se uniera a él,” sigue contando el padre Andrzej Halemba. Se refiere a Basher Kiryakos Hanna que como su mujer no se sentía en casa en Europa y regresó tan pronto como pudo.
“Pero no es fácil,” recalca Halemba, “no podemos olvidar las atrocidades que han ocurrido en Iraq: el peligro era real, y la gente estaba muerta de miedo. Ahora, Batnaya está resurgiendo tímidamente, hay más de 300 cristianos en la ciudad y estoy seguro de que vendrán más si los ayudamos desde la fundación”.
Una nueva guardería
Una ayuda muy necesaria porque hay proyectos de envergadura fundamentales para la vida comunitaria. Los cristianos de Batnaya necesitan una iglesia, un lugar de reunión y una guardería para sus hijos. Un autocar escolar recoge todas las mañanas a una veintena de niños entusiasmados por encontrarse con sus amigos y aprender cosas nuevas.
Pero para los niños pequeños todavía no hay guardería. Las Hermanas Dominicas de Catarina de Siena, presentes en Batnaya desde hace más de cien años, tuvieron que huir con su gente y han acompanado a la poblacion durante el exilio. Ahora quieren regresar para seguir atendiendoles. Tienen un doble proyecto, la reconstrucción del jardín de infancia y de su convento ambos bombardeados durante los combates.
Con apoyo de la fundación ACN esperan conseguir las donaciones para poder empezar las obras. – “In sha Allah, si Dios quiere”, dicen las hermanas que a pesar de haber sufrido mucho durante los últimos años, no han perdido ni el ánimo ni la esperanza en Dios.
También la iglesia de Mar Kriakhos y la capilla dedicada a la Virgen de la Inmaculada, profanadas, quemadas y saqueadas por los terroristas del Estado Islamico esperan ayudas para ser reconstruidas. Las imágenes fueron decapitadas, las vidrieras destruidas, usaron los espacios como zona de tiro y pintaron grafittis tanto en arabe como en alemán: “Esclavos de la cruz, os mataremos a todos. Esta es tierra del islam, no hay sitio para vosotros”.
Fari y Hana, Ghaily y Sandra, Basher Kiryakos o Diver Salem han tenido la valentia y la audacia de regresar y demostrar que la fe y el amor a la tierra de sus antepasados es más fuerte que el miedo a sus amenazas. ACN se ha comprometido a ayudarles en su proposito.
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