En una entrevista concedida a la Cadena Cope, el Papa Francisco aseguró que en la cultura actual, centrada en el descarte de personas, “los viejos son material descartable: molestan. No todos, pero vamos, en el inconsciente colectivo de la cultura del descarte, los viejos… los enfermos más terminales, también; los chicos no queridos, también, y se los manda al remitente antes de que nazcan... O sea, hay una cultura”.
También aseguró que esa cultura nos ha “signado” o señalado tanto a “los jóvenes como a los viejos” e “influye mucho” sobre el invierno demográfico, que el Papa calificó como “ uno de los dramas de la cultura actual europea”.
“En Italia la edad media es 47 años. En España creo que es mayor. O sea, la pirámide se ha invertido. Es el invierno demográfico en el nacimiento, en el que haya más casos de aborto. La cultura demográfica está en pérdida porque se mira el provecho”, alertó.
En relación con el aborto, el Papa aseguró que no le gusta entrar en discusiones de “si hasta aquí se puede [practicar el aborto], que hasta allí no se puede”.
Por eso subrayó que “cualquier manual de embriología de los que le dan a un estudiante de Medicina en la Facultad dice que a la tercera semana de la concepción, a veces antes de que la madre se dé cuenta [de que está embarazada], ya están perfilados todos los órganos en el embrión, incluso el ADN. Es una vida. Una vida humana. Algunos dicen: “No es persona”. ¡Es una vida humana!”.
“Delante de una vida humana yo me hago dos preguntas: ¿Es lícito eliminar una vida humana para resolver un problema?” y también cuestionó si “es justo alquilar un sicario para resolver un problema”.
“Con estas dos preguntas que se resuelvan los casos de eliminación de gente, por un lado o por el otro, [eutanasia y aborto] porque son un peso para la sociedad”, destacó.
En relación con la eutanasia, el Papa Francisco aseguró que la Iglesia “lo que pide es ayudar a morir con dignidad”. En España la ley de la eutanasia entró en vigor el pasado 25 de julio.
El Papa también recordó una anécdota en la que en una familia, también vivía el abuelo que al empezar a envejecer en la mesa comenzaba a babear. Esta situación le provocaba vergüenza al padre de la familia, lo que impedía que pudieran recibir invitados para comer a casa.
“Entonces se le ocurrió poner una linda mesa en la cocina y explicó a la familia que desde el día siguiente el abuelo iba a comer en la cocina y así podían invitar gente. Y así fue. A la semana, llega a casa y encuentra a su hijito de 8 años, 9 años, uno de los hijos, jugando con maderas, clavos, martillos, y le dice: “¿Qué estás haciendo?” “Estoy haciendo una mesita, papá”. “¿Para qué?” “Para vos, para cuando seas viejo’”, explicó.
Y destacó: “Lo que se siembra con el descarte, se va a recibir después”.
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